La escritora norteamericana Susan Sontag, muerta en 2004, es recordada, entre otras cosas, por dos declaraciones muy chocantes.
La primera es de 1967:
"Mozart, Pascal, el álgebra de Boole, Shakespeare, el gobierno parlamentario, las iglesias barrocas, Newton, la emancipación de las mujeres, Kant, los ballets de Balanchine y otros no redimen lo que esta civilización particular ha traído sobre el mundo. La raza blanca es el cáncer de la historia humana" (Partisan Review, Winter 1967, p. 57. En inglés en el original) .
Posteriormente, Sontag se retractó sarcásticamente de este comentario, diciendo que no tenía en cuenta los sentimientos de los enfermos de cáncer. Irónicamente, después de una lucha de décadas contra la enfermedad, Sontag murió de una extraña variedad de cáncer.
La segunda declaración es del 24 de septiembre de 2001, pocos días después del ataque a las Torres Gemelas:
"¿Dónde está el reconocimiento de que éste no fue un ataque 'cobarde' a la 'civilización', o a la 'libertad', o a la 'humanidad', o al 'mundo libre', sino un ataque al autoproclamado superpoder del mundo, llevado a cabo como consecuencia de acciones y alianzas americanas específicas? ¿Cuántos ciudadanos son conscientes del actual bombardeo americano de Irak? Y si la palabra 'cobarde' va a ser usada, sería más aptamente aplicada a aquellos que matan desde más allá del alcance de la retaliación, en lo alto del cielo, que a aquellos deseosos de morir ellos mismos con tal de matar a otros. En el tema del coraje (una virtud moralmente neutra) , cualquier cosa que se pueda decir de quienes perpetraron la masacre del martes, lo que no se puede decir es que fueron unos cobardes" (The New Yorker. En inglés en el original).
Lo notable de ambas declaraciones es su capacidad para sacudir. Yo, quizás, no las hubiera firmado. La primera, su acusación de la raza blanca, hubiera sido más precisa si se hubiera dirigido a un blanco mejor definido. O quizás uno más general. ¿Es la barbarie propia de la "raza blanca", o más bien de la condición humana?
Sin embargo, su declaración no deja de recordarnos que una civilización que es capaz de producir a Mozart, Pascal, el álgebra de Boole, Shakespeare, el gobierno parlamentario, las iglesias barrocas, Newton, la emancipación de las mujeres, Kant, los ballets de Balanchine y otros no está necesariamente libre de la barbarie. Puesta así, creo que es una declaración que comparto.
Su segunda declaración es increíble por el momento en que escogió emitirla. Yo no sé si en eso Sontag mostró una enorme insensibilidad o un gran coraje. Nuevamente, yo quizás hubiera puesto las cosas distinto. Aparte de eso, hay dos temas sustanciales: ¿son cobardes quienes tumbaron las torres? ¿Es el ataque al autoproclamado superpoder del mundo llevado a cabo como consecuencia de acciones y alianzas americanas específicas? Al primero no quiero referirme. No me importa si quienes tumbaron las torres son cobardes o no. En el segundo sí creo que Sontag pone el dedo en la llaga. Uno no entiende los ataques a las torres si los interpreta como un ataque salido de la nada, inesperado, contra la libertad. Pero, en un obituario que ahora no puedo encontrar, fue precisamente la frase de que el ataque fue "llevado a cabo como consecuencia de acciones y alianzas americanas específicas" la que generó mayores críticas. Lo más aterrador de Estados Unidos es su incapacidad para entender por qué lo odian en otros lugares del mundo. Para mí, visitar Israel fue suficiente para entender por qué un palestino estaría interesado en hacerse explotar dentro de un bus lleno de judíos. Nada justifica el ataque a las Torres Gemelas. Pero el hecho de que no se pueda justificar no quiere decir que no se pueda explicar. Entender por qué sucedió ese ataque es quizás el mejor homenaje que se les puede hacer a las víctimas de ese horrible atentado, porque esa comprensión es lo que verdaderamente constituye un aporte a la paz del mundo: es la garantía de que cosas así no vuelvan a ocurrir.
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