Thursday, January 4, 2007

07-01-05: Sobre Dios y la religión

Recientemente, el famoso biólogo británico Richard Dawkins, de la Universidad de Oxford, publicó un libro titulado The God Delusion (La ilusión o El engaño de Dios) (2.006, Boston: Houghton Mifflin Company). Es un fuerte ataque contra quienes creen en Dios, y contra la religión. Creo que, en lo esencial, Dawkins está en lo correcto. Sin embargo, siento que el libro de Dawkins es innecesariamente virulento. Para ilustrar esto sólo con un ejemplo, Dawkins señala que, después de que el papa Juan Pablo II fue víctima de un atentado al cual logró sobrevivir, él "atribuyó su sobrevivencia a la intervención de Nuestra Señora de Fátima: 'una mano maternal guió la bala'. Uno no puede sino preguntarse por qué ella no la guió de modo que esquivara al Santo Padre por completo" (p. 35. En inglés en el original). Es un buen chiste, pero a algunos católicos no les debe hacer mucha gracia.

Yo soy de los que no creen mucho en Dios, pero también creen que hacer mucho ruido acerca de eso no vale la pena. Dawkins es consciente de esa crítica. Él reporta que colegas que comparten su posición ante Dios y la religión en todo caso se preguntan por qué él es tan hostil frente a esas ideas (p. 281). Y la crítica le llega cuando se insinúa que su posición es tan fundamentalista como la de aquellos que él critica tan acerbamente. Él dice que no es fundamentalista, sino apasionado, que es distinto. Yo no sé qué tan distinto sea.

Sin embargo, sí creo que una de las grandes luchas de la humanidad es la que enfrenta al racionalismo contra la superstición. En esta lucha, en la que la religión no sería sino otra forma de superstición, yo me pongo firmemente del lado del racionalismo. Aunque no me voy al extremo de Marx, que decía que "la religión es el opio del pueblo", sí creo, como Laplace (en una frase que Dawkins recoge (p. 46)), que "no tengo necesidad" de la hipótesis de Dios (y de la religión). La historia completa de la frase de Laplace es la siguiente. Él acaba de escribir su famoso libro de matemáticas, y se lo presenta a Napoleón. Napoleón, que era un buen matemático por derecho propio, lo lee, y le pregunta a Laplace que cómo hizo para escribir su libro sin mencionar a Dios ni una sola vez. Laplace le responde: "Señor, no tuve necesidad de esa hipótesis".

Lo que sí me llama la atención es el hecho de que un buen número de gente sí necesita esa hipótesis. De alguna manera, parece que estamos hechos para creer. Los magos nos pueden engañar fácilmente; los periódicos, incluso los más serios, nunca dejan de tener una sección con el horóscopo o con el Tarot; las librerías desaparecerían sin una sección de libros de autoayuda; toda luz en el cielo es un OVNI para los incautos.

A mí, por mi parte, no me molesta vivir en la incertidumbre. No necesito una hipótesis que me explique todo el Universo y la razon de ser de mi papel en él. Por el contrario, encuentro inspirador que el Universo sea comprensible a través de la razón, y no encuentro perturbador que, por el momento, no haya sido plenamente comprendido. Eso le da sentido a mi vida: yo estoy aquí para entender. De otra parte, siento que la ética y la moral no dependen de la religión. Siento que las razones para ser bueno son de este mundo. Pero la gente tiene necesidad de creer, y respeto eso.

Supongo que, mientras esa necesidad de creer se mantenga bajo control, no hace mucho daño. Si la gente se llama a sí misma católica, pero usa anticonceptivos, me parece que esa es una forma práctica e inofensiva de creer en algo. El lío es cuando esas creencias se vuelven fanáticas. Me molesta cuando la gente quiere adoctrinarlo a uno. Me pregunto cómo la gente puede ser tan idiota de dar el 10% de sus ingresos, o el porcentaje que sea, a un pastor que lo que evidentemente está haciendo es enriquecerse con su iglesia. Y me aterra cuando la religión se vuelve una excusa para la intolerancia y para la guerra.

En su libro, Dawkins cita un ejemplo que me parece uno de los claros excesos de la religión (p. 23). En Ohio, Estados Unidos, en 2004, un niño de 12 años aparece en su escuela con una camiseta que dice: "La homosexualidad es un pecado, el Islam es una mentira, el aborto es un asesinato. Algunos temas son simplemente blancos o negros". Esa camiseta, en sí misma, me parece una aberración, un escándalo. Sin embargo, la historia no para ahí. En la escuela, razonablemente, le dicen al niño que no puede usar esa camiseta. Y aquí viene lo verdaderamente increíble. Los padres demandan a la escuela, y ganan. Ganan no porque se haya violado la libertad de expresión del niño, porque la libertad de expresión no incluye expresiones que promuevan el odio, sino porque se violó la libertad religiosa del niño. De esta manera, la libertad religiosa se ha vuelto una excusa para el odio y para la intolerancia.

Otro ejemplo de excesos religiosos me parece que surge cuando los creacionistas, aquellos que creen que la formación del Universo está adecuadamente descrita por una lectura literal de la Biblia, niegan la evolución. Me pregunto qué pensarán cuando van a un Museo de Historia Natural y ven fósiles de dinosaurios. ¿Cómo puede uno ser tan ciego frente a la evidencia? La necesidad de creer tiene que ser muy grande cuando uno tiene la evidencia en frente, y prefiere rechazarla. Yo no sé para qué exista la religión. Pero una razón particularmente mala para la existencia de la religión es la contradicción de la ciencia. Que por lo menos ambas vivan sin molestarse la una a la otra.

Es en los anteriores casos cuando la religión me parece peligrosa. Si usted cree en Dios, bien. Si usted es católico, metodista, mormón, musulmán o judío, bien. Si los musulmanes no dejan salir a sus mujeres a la calle sino acompañadas de un varón y vestidas de modo que no se pueda ver ni un centímetro cuadrado de su piel ni insinuar ni una sola curva de su cuerpo, problema de ellos (y de ellas). Pero viva y deje vivir. Lo grave es cuando su fe lo obliga a usted a enseñarles a todos los demás cómo tienen que vivir. Si usted es cristiano y no puede vivir con los homosexuales, o con los médicos que practican abortos, o si usted es talibán y quiere hacer explotar todas las estatuas de Buda, así sean milenarias, tenemos un problema: el problema es usted. Me parece un hito de la vida civilizada es la laicización del Estado y la posibilidad de la libertad religiosa. Estas cosas, me parece, hay que respetarlas.

Es infortunado que muchos conflictos actuales tienen un sustrato religioso: palestinos contra israelíes, irlandeses católicos contra ingleses protestantes, Estados Unidos cristianos contra el Medio Oriente musulmán. Sin embargo, cuando uno mira a fondo estos conflictos, no son en verdad religiosos. Los católicos irlandeses no pelean contra los protestantes ingleses porque son protestantes. Pelean contra ellos porque buscan su autonomía como una nación íntegra. Los musulmanes no tumbaron las Torres Gemelas porque son musulmanes y los Estados Unidos cristianos. Si así hubiera sido, el ataque probablemente hubiera sido más aptamente dirigido al Vaticano. No: los musulmanes tumbaron las Torres Gemelas porque ven a Occidente, y en particular a la principal potencia de Occidente, interfiriendo demasiado en la vida del Medio Oriente.

La religión es una excusa para marcar diferencias. El palestino dice: "si usted es judío, entonces usted es mi enemigo". Es una desgracia. Peter Gabriel, el músico pop británico, alguna vez produjo un álbum con un concepto muy bello. El álbum se llama Us (Nosotros), y en la carátula pintaba un cuadrado, que encerraba la palabra us. También pintaba un círculo, cuya intención era encerrar la palabra them (ellos). La idea de Gabriel era muy sencilla: si todos aprendiésemos a clasificar a todos los seres humanos dentro del cuadrado, no habría conflictos en el mundo. El primer paso para querer eliminar, o por lo menos excluir, a alguien es clasificarlo como distinto. Toda lucha es una lucha de poder, y una forma de justificarla es arroparla con un traje religioso.

De modo que creo que hay que dejar descansar en paz a Dios y a la religión. Y por favor note que esta frase se puede leer con más de un sentido.

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