No sé si las ideas de Lakoff sean correctas y, tal como las presenta, todavía me parecen muy susceptibles de desarrollo dentro de la ciencia cognitiva. Sin embargo, me parecen ideas muy interesantes. Lo primero es que es cierto que los seres humanos entendemos, o tratamos de entender, muchas cosas por medio de metáforas. Un ejemplo muy interesante que Lakoff propone es el que tiene que ver con la moralidad. Él sugiere que nosotros racionalizamos los problemas morales como si llevásemos un libro de contabilidad. Si uno recibe un favor, uno contesta: “te debo una”, y así. Por lo tanto, puede ser que la comprensión que tenemos de las cosas dependa crucialmente del tipo de metáfora que escogemos para entenderlas. Por ejemplo, ¿qué pasaría si no entendiéramos la sociedad como una gran familia?
Otra pregunta interesante es por qué escogemos entre uno y otro modelo de organización familiar. ¿Por qué no todos usamos el modelo del padre estricto, o el modelo del padre criador? Aún más, lo que es claro es que nadie usa exactamente el mismo modelo. El ejercicio de la brújula política sugiere que toda posición política se puede reducir a un espacio bidimensional, lo cual sugiere, a su vez, dos cosas: (1) hay unas dimensiones “comunes” (en ese caso, dos) de posicionamiento político. (2) Dos personas sólo por casualidad coinciden en su situación en ese espacio bidimensional. En otras palabras, si bien no somos iguales, las dimensiones en las cuales podemos diferir sí son predecibles o clasificables.
Una tercera pregunta que me surge es si existe algún método para “garantizar” la consistencia de una posición ideológica. Por ejemplo, es usual asociar las posiciones religiosas con las posiciones conservadoras. Pero, ¿qué tan inconsistente es un liberal religioso, o un conservador ateo, por ejemplo? ¿Son estas inconsistencias ejemplos de formas de pensar “ilógicas”, o son simplemente variaciones sobre un tema común?
El problema de la consistencia ideológica me parece interesante porque, aunque en la prueba de la brújula política yo salí consistentemente del tercer cuadrante, identifico algunos elementos (muy) conservadores en mi pensamiento. Voy a mencionar algunos. En materia económica, creo que tengo una visión muy conservadora en materia de manejo macroeconómico. Creo en la necesidad de un banco central independiente y de tener baja inflación. Creo en el equilibrio fiscal, quizás no como un imperativo para todo momento pero sí como un criterio sano de conducción económica. Creo en la importancia de pagar las deudas. De otra parte, no veo ningún sustituto claro al sistema de precios y al funcionamiento competitivo de los mercados. Todas las reglas de funcionamiento de los mercados me parecen adecuadas, incluida la de que toda unidad productiva sea autosostenible. Mi única consideración heterodoxa con respecto a los mercados (que, lo admito, es muy heterodoxa) es que yo, por razones de justicia, dudo de la necesidad de que los medios de producción sean privados. Como una aspiración ideal, pienso que la sociedad sería más justa si (1) todos los individuos derivaran sus ingresos de su trabajo, y sólo de su trabajo, no de la propiedad de otros medios de producción, y si (2) todos los individuos tuvieran un empleo garantizado. No estoy seguro de que los medios privados de producción sean necesarios para una economía eficiente, y sospecho que son inconvenientes para una sociedad justa. Pero admito que un experimento socialista adecuado está todavía por realizar, y que las experiencias socialistas que se han visto hasta el momento no son ejemplos a seguir.
De otra parte, hay idealizaciones conservadoras no económicas que a mí me parecen correctas. Por ejemplo, creo mucho en la idea de la responsabilidad individual, de que cada individuo adulto debe autosostenerse, de que debe depender de sí mismo. Me parece fundamental que cada individuo sea educado dentro de la óptica de que cada individuo es el dueño de su propio destino. Por otra parte, como economista, me es difícil creer que una sociedad es otra cosa que la suma de un conjunto de individuos (aunque también me parece obvio que en una sociedad hay una serie de propiedades emergentes, propiamente sociales, que no son evidentes si uno sólo estudia a los individuos, pero no a la forma en la cual ellos interactúan). Por último, la idea, proveniente de la sociobiología, de que hay un alto componente genético en la determinación del comportamiento humano, que usualmente es vista como una idea altamente conservadora, a mí me parece muy razonable.
Voy a lanzar una hipótesis peregrina: la razón de la existencia de diversas posiciones políticas tal vez pueda adjudicarse a la necesidad evolutiva de tener una diversidad o variabilidad que permita las posibilidades de adaptabilidad a diversas circunstancias. En algunos casos, es necesaria o conveniente una actitud conservadora; en otros, es necesaria una actitud liberal. Tengo en la cabeza el modelo de teoría de juegos aplicada a la biología que explica por qué en una especie conviven individuos con actitudes tanto agresivas como pasivas: me refiero al famoso juego de los “halcones” y las “palomas” (ver, por ejemplo, John Maynard Smith, 1982, Evolution and the Theory of Games, Cambridge University Press). En biología es bien conocido que los hijos nunca son copias idénticas de sus padres. La selección natural favorece la reproducción de los individuos cuyas características están más adaptadas al ambiente. En la vida social, cuyo cambio es más dinámico, puede pasar algo similar: algunas veces son muy convenientes virtudes conservadoras; otras son más valiosas virtudes liberales. Las condiciones sociales van indicando qué mentalidad es más adecuada para el momento.
Por ejemplo, no es aventurado decir que, desde que en Colombia se acabó el Frente Nacional, la posición política predominante era la liberal. En los 20 años entre 1974 y 1994, era imposible que el Partido Liberal perdiera unas elecciones presidenciales, excepto si se dividía, que fue lo que sucedió en 1982. Sin embargo, desde 1998, el Partido Liberal ha sido incapaz de ganar las elecciones presidenciales. Hay varias razones para este fracaso electoral. Una, sin duda, tiene que ver con que el poder corrompe. En la medida en que la hegemonía política del Partido Liberal se prolongaba, también se empezó a ver a este partido como crecientemente corrupto. El punto culminante en materia de corrupción se alcanzó cuando se reveló que, para mantenerse en el poder, el Partido Liberal había recibido dineros del narcotráfico en la campaña presidencial de 1994. Otra tiene que ver con un clima político que cada vez más favorecía a la derecha, tanto por razones económicas como políticas. Desde el punto de vista económico, cada vez se empezó a apreciar más que el funcionamiento del Estado era altamente ineficiente, y que una dosis de racionalidad del sector privado en la cosa pública era necesaria. Esto era equivalente a correrse hacia la derecha en el eje horizontal de la prueba de la brújula política. La administración de César Gaviria empezó a introducir esa lógica conservadora (neoliberal) en la conducción del Estado, aunque sin abandonar el remoquete liberal. Desde el punto de vista político, la actitud desafiante de la guerrilla terminó por convencer a la población de que, con ella, ya no era posible la mano tendida, y que el único tratamiento viable era el pulso firme. Esto era equivalente a correrse hacia arriba en el eje vertical de la prueba de la brújula política. Eso terminó por conformar la derecha que hoy gobierna a Colombia: una derecha neoliberal en lo económico y confrontacional o autoritaria (aunque estos dos términos tienen un componente peyorativo) en materia de seguridad interna. Independientemente de que a uno le guste o no esa evolución, lo que sí parece inevitable es que, para fines del pasado milenio, seguir insistiendo con una receta liberal tradicional en Colombia era absolutamente inviable. Sin embargo, dado que el crecimiento no está generando el suficiente empleo y que la influencia paramilitar ha llegado a límites inaceptables, es posible que ahora se estén cocinando las condiciones que permitan el regreso de un nuevo liberalismo al poder (o incluso, quizás, de la izquierda).
Todo lo anterior me sugiere que, si bien uno puede ser liberal o conservador, es muy importante no serlo de manera dogmática, y es muy importante saber leer los signos de los tiempos.
Sin embargo, no puedo terminar estas notas sin mencionar una observación, altamente polémica, que Lakoff plantea: que la opción liberal es la objetivamente correcta. Él da tres razones para eso:
- Que el modelo del padre criador es superior como método de crianza de los niños.
- Que la moralidad del padre estricto requiere una visión del pensamiento humano que no es consistente con lo que sabemos acerca de la forma como opera la mente.
- Que la moralidad del padre estricto le hace daño a la moral; la moralidad del padre criador no. En extenso, “el sistema moral del padre estricto le da prioridad a las formas de la moralidad metafórica sobre la moralidad experiencial, es decir, la pobreza, la enfermedad, la debilidad física y la falta de cuidado. Es aquí donde este sistema moral metafórico pierde contacto con el fundamento no metafórico, literal, directamente experimentado, de todos los sistemas morales metafóricos. Es aquí donde este sistema de moralidad metafórica pierde contacto con la humanidad común”.
Yo, como Lakoff, soy liberal: me gustaría poder decir que la ciencia respalda mi posición política. Sin embargo, todavía no creo que hayamos llegado a esa situación. Pero alimentar la posición moral y política de los conocimientos científicos que están disponibles me parece una estrategia adecuada.
1 comment:
hola profesor castellanos. lo he estado buscando por cielo, mar y tierra. muy interesante su blog. en que correo electronico o telefono lo puedo contactar?
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