Conocí a Federico Uribe cuando estábamos
en el colegio, el Gimnasio Moderno, hace muchos años. Él estaba un año delante
de mí y, por tanto, no éramos amigos: los grandes no se meten con los
chiquitos. Pero Federico perdió un año, quinto de bachillerato, y quedó con
nosotros. Fuimos, pues, compañeros de curso por dos años. No estaba en mi
sección, sino en lo que en el colegio llamábamos “el otro curso”. Nunca fui muy
amigo de Federico. Lo recuerdo como un tipo muy conflictuado y competitivo, y
no me agradaba hablar con él. Federico siempre fue un tipo cuya presencia no me
hacía sentir cómodo. En esa época le tuve algo de envidia porque se volvió
novio de la hermana de José Manuel Arias, que a mí me parecía hermosa. Después
terminaron, y recuerdo la explicación que me dio Federico: “la nena no dio la
talla”. Nunca imaginé que fuera a escoger el arte como profesión y, menos aún,
que fuera a ser ampliamente reconocido.
Luego Federico entró, como yo, a los
Andes, él a estudiar arte y yo a economía. Yo tenía amigos entre los artistas,
y no recuerdo que ellos hablaran bien de Federico. Recuerdo una escultura que
Federico hizo con dos orinales, y que sus colegas criticaron mucho por ser una especie
de copia de Duchamp. Después salimos de la universidad, y mis lazos con
Federico, que nunca fueron fuertes, se debilitaron aún más. Oí que había hecho
una escultura con tenis Puma, tal vez, y que Puma lo había contratado para que
siguiera haciendo cosas con sus zapatos. Un buen negocio: Federico hacía
esculturas, y Puma hacía publicidad. Federico, como artista, parecía tener una
cualidad que sus colegas resentían o envidiaban: su habilidad comercial.
En fin, a veces oía algo de Federico,
pero pasaron los años y los años, y se fue volviendo una bruma de la memoria. A
veces tuve algo que ver con dos de sus hermanos, Eduardo y Beatriz, pero con él
nunca más. Hasta hace poco, que vi un informe en televisión sobre él. El
informe se daba a raíz de una exposición que él haría en Colombia. Pero el
informe era morboso y se centraba sobre el “dolor” de la infancia de Federico y
sobre el odio que le tenía al colegio en el que estudiamos juntos, el Gimnasio
Moderno. Federico afirmó haber sido acosado por homosexual y haber sido violado
por un sacerdote en el colegio. Graves acusaciones. Toda esa angustia de su
infancia sería la fuente de su hoy exitoso arte. Avisé del informe de
televisión a las autoridades del colegio, de las cuales formo parte, y tuve la
oportunidad de leer un informe periodístico sobre la exposición que él se
aprestaba a hacer. Decía más o menos lo mismo que el informe de televisión.
Alguien me comentó que Federico lo que tenía era un buen jefe de marketing. Alguien más me comentó que
había que comenzar por preguntarse si lo que decía Federico era cierto.
No es mi recuerdo que Federico haya sido
acosado en el colegio por sus preferencias sexuales. Es más, yo no recuerdo que
en el colegio Federico sufriera por acoso, o que su homosexualidad hubiera sido
identificada. Pero, si él dice que sufrió por eso, debe ser cierto. El nuestro
era un colegio de hombres, y, hay que admitirlo, las actitudes machistas
abundaban. Y luego viene la acusación de la violación, que son palabras
mayores.
No sé. Cada cual es dueño de sus
memorias. Cada cual reconstruye el pasado a su antojo o conveniencia. Quizás él
sufrió mucho en su infancia y adolescencia. O quizás él solo se inventó eso. Él
dice que fue violado mientras estaba en el colegio, pero también que se enamoró
de su violador. Traumas de su infancia debió tener, y él ha sabido canalizarlos
para convertirse en un artista muy exitoso. Quizás Federico solo deba ser
juzgado por su arte, y hay que admitir que su arte es vistoso. Pero para mí el
Federico artista no tiene mucha importancia. No conozco mucho su arte, y
tampoco me genera mucha curiosidad. Su historia personal me interesa más.
Obviamente, ya no son horas de aterrarse por la homosexualidad de nadie. Pero
el caso de Federico me pone a pensar sobre las dificultades que los
homosexuales tuvieron, y que gracias a Dios tienen cada vez menos, para vivir
en consonancia con su sexualidad. Una sociedad más tolerante y libre
sexualmente es necesaria. También me hace pensar que, para hallar el éxito,
Federico haya tenido que emigrar. Me da pesar que Federico Uribe hable mal del
Moderno. Obvio, cada cual es dueño de sus experiencias, y la suya evidentemente
fue particular. Pero mis recuerdos del colegio no son los de Federico Uribe. Yo
fui feliz en el Moderno. No tengo mucho más qué decir. Tal vez solo una cosa:
hoy Federico es el famoso, el exitoso, y yo no. Todo esto me pone a pensar
sobre la naturaleza del éxito. ¿Qué es ser exitoso? ¿Qué es haber triunfado en
la vida? En tu caso, Federico, no es tu arte, sino tú, el que me pone a pensar.
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3 comments:
Muy equilibrado el enjuiciamiento. Faltaria sopesarlo con el de un critico de arte
Se nota la envidia por encima que siente hacia Federico!!! De quien he seguido su obra desde hace mucho tiempo!! Es un artista con un talento extraordinario, precisamente por eso se ha convertido en un imagen cultural del pais.
Usted no puede tener las memorias de infancia de Federico usted no vivio su vida.!!! Eltiempo y dedicacion a sus comentarios Deben ser proporcionales a su ENVIDIA Y AMARGURA!!! Limitese a vivir su vida y deje que los demas vivan sus exitos sin dejar que le quiten a usted su valioso tiempo!!!
Incredible que una persona que nunca tuvo un vínculo con Federico y que no conoce ni de su arte ni de su pasado se crea con capacidad de establecer juicio. Que carácter tan pobre, que asco esta envidia.
Ojalá el colegio reflexione seriamente sobre esto. Las víctimas de abuso de sacerdotes son múltiples por lo general, quizá más personas estén dispuestas a hablar. El abuso de sacerdotes católicos existe en cientos de países.
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