Hace poco publiqué unos comentarios sobre el libro El fénix rojo de Luis Fernando Medina. A raíz de eso, el me pidió escribir un "guest post" en mi blog respondiendo a mis comentarios. Todo un honor. Aquí va lo que escribió Luis Fernando. Obviamente, tendrá una respuesta.
Hace unos años un gran amigo mío hizo una queja que se ha quedado conmigo desde
entonces. Decía que cuando uno se mete al mundo académico lo hace con la
ilusión de escribir para comenzar debates interesantes pero que luego los
procedimientos necesarios para publicar son tan engorrosos y mezquinos que
cuando finalmente el escrito de marras sale a la luz uno ya no tiene el más
mínimo interés en la conversación que uno dizque quería iniciar. Por eso ha
sido para mí un cambio muy placentero la experiencia de publicar “El Fénix
Rojo”. A pocos meses de salir el libro a la luz ya he tenido el privilegio de
que Daniel Castellanos haga algunos comentarios muy interesantes, manteniendo
justo el tipo de intercambio que yo quería alentar cuando lo escribí. Abusando
de su hospitalidad, voy a ocupar un poquito de espacio de su blog para
responder a sus observaciones.
En aras de la brevedad, me voy a concentrar aquí en el tema del que más se ocupa
Daniel, el de la relación entre la renta básica universal (RBU) y otras
propuestas de reforma al sistema económico actual. No es el único tema y estoy
seguro que Daniel tendrá reparos justificados a otras partes del libro, pero
creo que este el asunto más polémico.
Realmente, las diferencias entre Daniel y yo en este punto son mucho menores de lo que un
lector desprevenido podría creer. Daniel defiende en sus comentarios una
propuesta que, si no lo interpreto mal, se acerca bastante a las nociones de
“stakeholder capitalism” que han venido surgiendo en los círculos progresistas
británicos. Más exactamente, Daniel propone un trípode de reformas: a. convertir
las empresas en algo así como entidades de interés público y gestión privada,
b. canalizar los ahorros a través de un banco público o banco ciudadano que
asigne el capital respondiendo a mecanismos de mercado y c. erigir un programa
público de empleo donde el Estado sea el “empleador de última instancia.”
En cuanto al punto b. no tengo desacuerdos. De un tiempo para acá se han alzado
voces en Europa que proponen precisamente la creación de un Banco Ciudadano de
Depósitos como una alternativa al actual sistema financiero para evitar los
riesgos de insolvencia y fragilidad que tanto daño han hecho en los últimos
años. A mí me parece una idea digna de estudiarse y, por lo poco que la he
estudiado, la suscribo.
En lo que hace a los otros dos puntos, si los miramos con detenimiento vemos que la
suma de las dos reformas está muy, muy cerca de un sistema de RBU. Yo haría,
sin embargo, dos observaciones que me
llevan a preferir la RBU. La idea a. es bastante atractiva como principio. A mí
me parece que muchos problemas del capitalismo actual se podrían abordar
democratizando la gestión empresarial, por lo menos un poco. Existen hoy en día
conglomerados empresariales que son más grandes que muchos países y que
funcionan como autocracias sin tomar en cuenta para nada su impacto sobre las
comunidades en las que operan. El problema que yo veo es que, desde el punto de
vista normativo no me parece correcto atar el ingreso de las personas a una
empresa en particular, máxime dado que la economía actual es muy flexible y
cambiante. Digamos, por ejemplo, dos ingenieros exactamente igual de
calificados se gradúan el mismo día (digamos hace unos 15 años). Uno de ellos
entra a trabajar en el sector de “Big Data” y el otro se queda en un sector más
tradicional. Al pasar los 15 años, el primero se ha beneficiado de los enormes
aumentos de productividad del “Big Data” mientras que el segundo permanece
estancado, en ambos casos por razones que escapan al control de los individuos.
Otra forma de verlo es que, en un mundo con alta movilidad del trabajo, no solo
entre regiones geográficas sino también entre sectores económicos, para poner
en marcha la idea de control democrático de las empresas habría que tener en
cuenta que los “stakeholders” van cambiando todo el tiempo.
Yo no veo ambas opciones como antagónicas. Al contrario, creo que la RBU abriría
espacio para la creación de empresas más democráticas. La RBU, en últimas,
permitiría a los ciudadanos crear asociaciones productivas con reglas internas
democráticas sin tener que esperar a que los dueños del capital se fijen en
ellos. Podría pensarse en combinar los dos elementos: un programa de RBU que
ayude a la creación de nuevas empresas cooperativas y democráticas y, al mismo
tiempo, regulaciones que vayan actuando sobre las empresas que ya existen. Así
no sería necesaria una “terapia de choque”. Al fin y al cabo, tratar de
democratizar todo el aparato productivo de un tajo podría ser muy complejo.
Sería mejor ir con cautela, dejando que, debidamente financiados con la RBU,
los mismos ciudadanos vayan también creando nuevas opciones.
En cuanto a la comparación entre el “empleador de última instancia” y la RBU, yo
entiendo que la RBU violenta la intuición de muchas personas de que nadie debe
ganar dinero sin trabajar. Tengo mucho qué decir al respecto, pero por ahora me
limitaré a decir que el escenario en el cual la gente masivamente deja de
trabajar siempre me ha parecido muy alarmista. No olvidemos que con la RBU
sigue siendo cierto que quien más trabaje más gana. Entonces, es posible que
existan algunas pocas personas que prefieran quedarse con la RBU a ganar un
poco más y al mismo tiempo ser productivos (cosa que a la inmensa mayoría nos
gusta). Pero, yo siempre he creído que si hay alguien así, si hay alguien que
de verdad, verdad, prefiere quedarse en la casa viendo TV y cobrando su RBU sin
hacer nada útil, es mejor que esa persona se salga del mercado laboral. Es
alguien que a donde quiera que vaya a trabajar va a estar saboteando el
esfuerzo de los demás y enrareciendo el clima laboral. Mejor pagarle su modesta
RBU y que se quede en la casa de donde no debería haber salido.
Para terminar por el momento (si de mí dependiera me quedaría discutiendo estos
temas indefinidamente), diré que la RBU por sí sola no es socialismo. En eso
estamos de acuerdo. Pero creo que la RBU es la posibilidad de crear un
“socialismo desde abajo”, es la forma de dejar que sean los propios ciudadanos
los que, gracias a la libertad que les permite la RBU, van buscando las formas
más creativas y mutuamente benéficas de organizarse en busca no solo del
bienestar material sino también de la autorealización individual y colectiva.
Nuevamente, le quiero dar las gracias a Daniel por sus comentarios y por su hospitalidad.
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