Friday, March 4, 2011

11-03-04: ¿Qué es ser liberal?

Discutamos qué es ser liberal. Una forma divertida de hacerlo es contrastar la posición liberal contra una serie de principios conservadores. Para tal fin, escojo los principios conservadores según los expone Kirk (2009).

El primer principio es:

El conservador cree en la existencia de un orden moral perdurable.

¿En qué no cree el liberal? ¿En la existencia de un orden moral? ¿O en que el orden moral no es perdurable? Naturalmente, los liberales creen en un orden moral. Quizás no sea el mismo de los conservadores, pero naturalmente creen en un orden moral.

La concepción moral de los liberales quizás se puede resumir en la noción de que, en caso de conflicto entre el interés particular y el interés colectivo, prima éste último. Para los conservadores, en cambio, el interés particular es supremo, y la existencia del interés colectivo es cuestionable.

Kirk (2009, p. 43) anota que "el conservador cree que todas las cuestiones sociales, en el fondo, no son más que asuntos de moral privada. Bien entendida, esta afirmación es rotundamente cierta". Naturalmente, los liberales piensan lo contrario: la moralidad privada es secundaria frente a la moralidad pública o colectiva. Para el liberal, la moralidad conservadora es estrecha y pacata.

Lo anterior es consecuencia de que los conservadores tienden a resaltar la primacía del individuo, es decir, tienden a argumentar que el individuo es más importante que la sociedad, mientras que los liberales tienden a resaltar la primacía de la sociedad, es decir, tienden a argumentar que la sociedad es más importante que el individuo.

Los liberales quizás crean, además, que el orden moral no es perdurable. Kirk (2009, p. 43) afirma que, para los conservadores, "las verdades morales son inalterables". En consecuencia, para el liberal, el conservador es un dogmático moral. La moralidad conservadora es fundamentalista, entre otras razones porque los conservadores son más propensos a aceptar las razones morales de la religión.

Frente al conservador, el liberal puede parecer un relativista moral, aunque hay muchos liberales que hacen énfasis en diversos aspectos universales de la moral. El liberal tiende a aceptar más fácilmente el razonamiento moral utilitario y consecuencialista.

El segundo es:

El conservador abraza las costumbres, las convenciones y la continuidad.

Este es un punto de clara diferencia. El liberal, claramente, no las abraza. El liberal no ve mérito per se en la tradición. La tradición puede y debe ser cuestionada. Las cosas se deben hacer por una razón, y la tradición no es una razón suficiente. Si la razón no está clara, no hay por qué hacer las cosas de una determinada manera. Los liberales acogen, valoran y promueven el cambio. La razón es simple: los liberales están insatisfechos con el statu quo, mientras que los conservadores se sienten conformes con él. Se puede decir que los conservadores son optimistas, o por lo menos conformistas, con respecto al orden social existente. Los liberales, por el contrario, son pesimistas con respecto al orden social existente, y creen, por lo tanto, que hay que cambiarlo. No es casual que un intelectual de izquierda como Tony Judt (2010), al juzgar el orden social existente, titule su análisis Algo va mal (Ill Fares the Land). Un conservador, por el contrario, señalaría que no todo es terrible. Sin mucha exageración, los conservadores comparten la opinión del doctor Pangloss, de creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Para los conservadores, todo intento de cambio se basa en la búsqueda de una utopía, y toda búsqueda de utopías está destinada al fracaso. Kirk (2009, p. 47) escribe que: "Aspirar a la utopía es dirigirse hacia el desastre". ¿La razón? "No hemos sido creados para la perfección". Como veremos más abajo, la posición anti-utópica de los conservadores surge de su profundo pesimismo antropológico. La palabra más temida en el léxico conservador es "revolución". Los liberales tampoco abrazan sin reservas esa palabra, pero sí se podría decir que una de las palabras más apreciadas en el léxico liberal es "evolución", que, en su sentido más estricto, significa cambio.

El tercero es:

Los conservadores creen en lo que podríamos llamar el principio normativo.

Esto quiere decir que los conservadores "subrayan la importancia de las normas" (Kirk, 2009, p. 45, énfasis en el original). Para los liberales, por el contrario, las personas están por encima de las normas. Las normas pueden ser cuestionadas, derogadas y, si el bien mayor lo exige, violadas. Las normas se evalúan por el bien que causan, y su existencia no les otorga una dignidad sacrosanta.

El cuarto es:

Los conservadores se guían por el principio de la prudencia.

Los liberales no. La prudencia, por sí sola, conduce a la inmovilidad y al mantenimiento del statu quo. La prudencia es un principio típico de la vejez, cuando los seres humanos ya no están dispuestos a asumir riesgos. No es natural querer aplicar ese principio a toda la vida. Es natural que los niños y los jóvenes arriesguen y exploren. Por tanto, los liberales hacen un balance entre el arrojo y la prudencia. Los liberales no hacen de la prudencia un valor supremo, sino que lo constrastan con otros.

El quinto es:

Los conservadores atienden al principio de la diversidad.

Esta es una forma curiosa de poner las cosas. Los conservadores no atienden al principio de la diversidad. Lo que pasa es que los conservadores, por decir lo menos, no valoran la igualdad, especialmente la económica. Kirk (2009, p. 47) escribe que: "la igualación económica no es compatible con el progreso económico". Desde mi punto de vista, aceptar la desigualdad económica no es lo mismo que atender al principio de la diversidad. Dado el apego conservador a las ideas de autoridad y orden, los conservadores no aprecian la diversidad social. Los liberales, por el contrario, son tolerantes de la diversidad en los proyectos y estilos de vida. Por lo menos en términos sociales, los liberales son mucho más tolerantes a un ambiente diverso y, por qué no decirlo, hasta caótico y anárquico. Pero esa situación se invierte cuando ya no estamos hablando en términos sociales, sino económicos. En este caso, los conservadores son los anárquicos, y los liberales los intervencionistas. Se puede decir, en resumen, que los liberales son igualitarios en lo económico pero no en lo social, mientras que los conservadores son igualitarios en lo social, pero no en lo económico.

El sexto es:

Los conservadores no pueden excederse, dado su apego al principio de imperfectibilidad.

Kirk (2009, p. 47) escribe que "Los conservadores bien saben que la naturaleza humana presenta graves deficiencias. El hombre es un ser imperfecto, y porque lo es, la creación de un orden social perfecto es una imposibilidad". En síntesis, los conservadores son antropológicamente pesimistas. Esto tiene la consecuencia paradójica de que los conservadores son socialmente optimistas, en el sentido de que creen que el mundo en el que vivimos es el mejor mundo en el que podemos vivir: no podemos pedirle más a la naturaleza humana.

Para los conservadores, la imperfectibilidad humana obliga a cada individuo a tener que luchar contra sus propias fallas y limitaciones. Ese es el papel de la moral. Un individuo es inmoral cuando no es capaz de imponerse frente a sus propias debilidades. Por eso, un "verdadero" conservador "no puede excederse", porque eso significaría ceder frente a las propias debilidades. Por eso "todas las cuestiones sociales, en el fondo, no son más que asuntos de moral privada". El liberal, por el contrario, tiende a no ser demasiado severo frente a las debilidades humanas, porque juzga que la naturaleza humana no es algo que deba lamentarse, sino disfrutarse. El liberal juzga, además, que la naturaleza humana es altamente maleable, y que la educación y el afecto juegan un papel muy importante en el control de los aspectos más indeseables de la naturaleza humana. En síntesis, el liberal no comparte el pesimismo antropológico de los conservadores.

El séptimo es:

Los conservadores están convencidos de que la libertad y la propiedad están estrechamente relacionadas.

Los conservadores ven la propiedad en la base de la civilización. Kirk (2009, p. 47) escribe que: "Las grandes civilizaciones se han levantado sobre la base de la propiedad privada". Los liberales no ven un vínculo tan estrecho entre libertad y propiedad, y no idealizan tanto el papel de la propiedad en la historia de la humanidad. Los conservadores creen que el acceso desigual a la propiedad es el resultado de procesos en su mayoría justos, y que la desigualdad económica que este acceso desigual a la propiedad genera no solo no es preocupante, sino que es deseable, en cuanto provee los incentivos para que quienes están en la parte baja de la pirámide se esfuercen por progresar. Los liberales creen que las condiciones de acceso a la propiedad no siempre han sido igualitarias, y que la desigualdad económica, en cualquier caso, es lamentable. Los liberales tienden a aceptar una distinción entre libertad formal y libertad real, es decir, opinan que no hay una libertad real si no se poseen los medios para disponer de una cierta holgura económica, y que hay una responsabilidad social en otorgar los medios económicos a quienes carecen de ellos. Los conservadores ven en la tributación un robo que el Estado les hace a los individuos, una violación al principio de "conservar el fruto del propio trabajo" (Kirk, 2009, p. 48). De otra parte, no ven que haya una responsabilidad social en otorgar los medios económicos a quienes carecen de ellos. Por el contrario, la responsabilidad es individual: cada individuo es, y debe ser, responsable de velar por sí mismo. Desde el punto de vista conservador, remover esa responsabilidad individual es profundamente paternalista y, en últimas, inmoral: la prueba más básica de que un ser humano ha madurado es que puede valerse por sí mismo.

El octavo es:

Los conservadores apoyan las comunidades voluntariamente consentidas, en la misma medida en que se oponen al colectivismo involuntario.

Los conservadores creen que la forma correcta de toma de decisiones colectivas, por lo menos en principio, es el consenso. Desde el punto de vista conservador, el consenso tiene dos virtudes. La primera es que el consenso respeta las preferencias individuales. Si una decisión se toma por consenso, se puede decir que es una decisión colectiva que se acepta voluntariamente en el plano individual. Con el método del consenso, si un individuo no acepta una decisión colectiva, siempre tiene la oportunidad de vetarla. Por lo tanto, con el método del consenso una decisión colectiva nunca puede ir en contra de los intereses de ningún individuo.

Esta propiedad es exclusiva del método del consenso. Cualquier otro método de toma de decisiones colectivas implica que las preferencias de algunos individuos pueden ser violentadas. En otras palabras, cualquier otro método de toma de decisiones implica algún grado de coerción sobre algún subconjunto de individuos. Desde el punto de vista conservador, esa coerción es inaceptable, porque viola los derechos de los individuos de esa minoría.

La segunda virtud del método del consenso, por lo menos a ojos de los conservadores, es que éste genera una tendencia a preservar el statu quo. Dicho de otra manera, los conservadores prefieren dejar las cosas como están a imponer una decisión colectiva sobre una minoría. Para los liberales, por el contrario, no es obvio que una minoría deba tener el poder de vetar los procesos de cambio que una mayoría acuerda.

La noción de que los conservadores apoyan las decisiones comunitarias siempre que éstas sean voluntariamente consentidas explica el rechazo de los conservadores al Estado. Según los conservadores, el Estado no puede imponerles obligaciones a los individuos. Para el conservador, el individuo está por encima del Estado. Para el liberal, ocurre lo contrario. La comunidad está por encima del individuo, y la voluntad comunal se expresa a través del Estado. Por lo tanto, el Estado tiene el derecho de imponer sus decisiones sobre la minoría de individuos que no las aceptan.

El noveno es:

Los conservadores entienden que es necesario poner prudente freno al poder y las pasiones humanas.

Me es difícil aceptar que este principio, por lo menos en lo que tiene que ver con el prudente freno al poder, es caracterizadamente conservador. Detrás de este principio está la idea de que el poder absoluto es corruptor, y de que, por tanto, debe haber división de poderes. La cuestión es si la aversión al poder absoluto es liberal o conservadora. Cuando inicialmente se planteó la división de poderes, la amenaza del poder absoluto provenía principalmente de regímenes monárquicos, y la actitud conservadora en ese momento era preservar la monarquía. Lo liberal era defender la división de poderes. Hoy, la amenaza del poder absoluto, en algunos casos, ha provenido de regímenes de izquierda. Es legítimo entender que un conservador está en contra de Estados que reclaman poderes absolutos con la excusa de que representan la voluntad popular, pero los liberales, aunque sí aceptan que la voluntad popular les otorga a los Estados un mandato para la acción, no necesariamente aceptan que el poder del Estado tenga que ser absoluto. En principio, la idea de los derechos individuales, y en particular la idea de los derechos individuales frente al Estado, es una idea liberal.

El décimo y último es:

Los conservadores inteligentes comprenden que una sociedad vigorosa requiere el reconocimiento y conciliación de los permanente y lo mutable.

Yo diría que este principio es seguido, no por los conservadores inteligentes, sino por las personas inteligentes. Yo no diría que este principio es conservador o liberal, sino un simple principio de sensatez.

Referencias

Judt, Tony (2010), Algo va mal, Taurus.

Kirk, Russell (César Vidal, editor) (2009), Qué significa ser conservador: (en 15 lecciones), Madrid: Ciudadelalibros.

2 comments:

Cristina Vélez said...

Me encantó esta entrada. Hace poquito, en una crisis de identidad política, mi hermano me regaló un libro de Jeffrey Miron que se llama Libertarianism From A to Z. Suena a manualito chimbo, pero en realidad es una discusión desde una perspectiva libertaria totalmente sobre diferentes temas clave de política pública. Miron asume posiciones tan extremas, que de alguna manera le ayudan a uno a pensar en la posición propia. Terminé haciendo el mismo ejercicio de tu entrada (obviamente, con las limitaciones que supone no ser tú) pero a partir de temas y no de principios y partiendo de una posición aún más extrema que la del conservatismo.
En fin, tremenda lora. El punto es que me gustó la entrada.

fernando baena said...

En ese caso, soy liberal, y muy liberal. Una pregunta : si el pensamiento utópico es liberal y si su antropología es no pesimista ¿por que los comentarios anti utopistas y la antropología reduccionista de la contestación que recibí en el debate sobre mente/cerebro? ¿se me está volviendo conservador el muchacho?