Tuesday, November 13, 2007

07-11-13: Diálogo sobre competitividad y prosperidad colectiva

El pasado 8 de noviembre tuve la fortuna de poder asistir al “Diálogo sobre competitividad y prosperidad colectiva en Colombia”, organizado por el Centro de Liderazgo y Gestión. El diálogo, reminiscente de otros ejercicios similares, como el de Destino Colombia, reunió a unos 50 líderes empresariales, políticos, sociales y de los medios de comunicación, de diversas tendencias, y se centró más sobre la prosperidad colectiva que sobre la competitividad en Colombia. De hecho, aproximadamente a mitad del ejercicio, el término mismo de “competitividad” fue objeto de un fuerte debate. La cuestión era si la competitividad en realidad contribuía al bienestar de la gente. Para poder avanzar, no se habló mucho de competitividad, y a la expresión “prosperidad colectiva” se la entendió de manera amplia, para incluir la noción de generación, no sólo de riqueza, sino también de bienestar para toda la población.

El diálogo, de un día de duración, se desarrolló para tratar de responder la siguiente pregunta: “¿cómo podemos cambiar una estructura social compleja?”. Para abordar esta pregunta, se planteó una metodología interesante, con cuatro pilares fundamentales.

El primer pilar de la metodología es que debe haber una diferencia de aproximación entre los problemas “sencillos” y los problemas “complejos”. Esta diferencia de aproximación se da en por lo menos tres niveles. En términos de dinámica, un problema sencillo se puede resolver parte por parte. En cambio, un problema complejo se tendría que resolver de manera sistémica. En términos sociales, un problema sencillo se puede resolver con autoridades y expertos; un problema complejo sólo se podría resolver de manera participativa. Por último, en términos de emergencia (una situación sería emergente cuando no tiene precedentes), los problemas sencillos se podrían resolver con las soluciones existentes, mientras que los problemas complejos requieren la generación de soluciones nuevas.

En segundo lugar, la metodología también implicaba tratar de refinar el tipo de diálogo que frecuentemente se tiene. Los tipos de diálogo se pueden organizar en un gráfico con dos ejes, uno horizontal y uno vertical, que definen cuatro cuadrantes. El eje horizontal tiene en la izquierda la primacía del todo, y en la derecha tiene la primacía de las partes. El eje vertical tiene abajo la reproducción de la realidad actual, y arriba la promulgación de futuros emergentes.

En el cuadrante inferior izquierdo (donde hay valores de primacía del todo y reproducción de la realidad actual) se tiene un tipo de diálogo de “descarga” (downloading). En este caso no se dialoga sino que se “pontifica”. En el cuadrante inferior derecho (donde hay valores de primacía de las partes y reproducción de la realidad actual) se tiene un tipo de diálogo de debate, en el que se escucha al otro y a sus argumentos. En el cuadrante superior derecho (donde hay valores de primacía de las partes y promulgación de futuros emergentes) hay un diálogo reflexivo (reflective). En este tipo de diálogo se escucha con empatía, es decir, tratando de adoptar el punto de vista del otro. Por último, en el cuadrante superior izquierdo (donde hay valores de primacía del todo y promulgación de futuros emergentes), hay un diálogo generativo. El ejercicio proponía el esfuerzo de tratar de ir superando los tipos de diálogo hasta llegar a los que permiten promulgar futuros emergentes: el diálogo reflexivo y el diálogo generativo.

Un tercer aspecto de la metodología es entender los procesos de cambio e innovación profundos (tanto macro como micro) como compuestos por tres fases: una fase de coobservación, una fase de copresencia y una fase de cocreación. Intuitivamente, estas fases equivaldrían, respectivamente, a “mirar” (con todos los sentidos), involucrarse y hacer. Las fases, representadas gráficamente, formarían una u, con la coobservación en el comienzo (la parte superior izquierda) de la u, la copresencia en la parte baja de la u y la cocreación en el final (la parte superior derecha) de la u. Esto sugeriría que cocrear implica pasar por un proceso de “desaprendizaje” o de “destrucción” (aunque este último término es muy fuerte para lo que se intenta describir). El proceso en u lo que pretende es que la cocreación no sea el resultado de una reacción inmediata, sino que permita un espacio entre el estímulo y la respuesta. Lo que se busca es que la cocreación no sea un resultado totalmente racional, sino más bien una “imaginación exacta” que permita la incorporación de factores de tipo emocional.

El cuarto y último aspecto de la metodología, que no se hizo evidente sino a medida que avanzaba el diálogo, pero que aquí describo de una buena vez, era mirar la estructura social (que se pretende cambiar) como un iceberg. Lo que se ve del iceberg, que es un bajo porcentaje del mismo, son “eventos”: cosas que son perfectamente descritas por noticias de prensa. Sin embargo, debajo de lo que se ve, hay unos patrones o estructuras, que son invisibles. Un evento, por lo general, tiene múltiples influencias estructurales. Los eventos se pueden entender como resultados, o síntomas visibles, de los patrones o estructuras. La clave es entender que “el sistema está perfectamente diseñado para producir los resultados que produce”. Esto, me pareció a mí, es uno de los supuestos metodológicos fundamentales del ejercicio. Los resultados sociales que obtenemos los obtenemos porque estamos perfectamente organizados para producir esos resultados. La organización social que produce esos resultados puede no haber sido concientemente diseñada por nadie, pero sí está perfectamente diseñada para producir los resultados que produce. De esta manera, uno debe entender lo que está debajo de lo que se observa, porque, aunque es invisible, es la causa de lo que se observa.

Sin embargo, los patrones y estructuras no agotan el iceberg. Debajo de estos existen unos modelos mentales o paradigmas. De modo que en la base de cómo nos organizamos está cómo pensamos. En otras palabras, cómo pensamos determina cómo nos organizamos, y nuestra organización determina los resultados que obtenemos. Por lo tanto, un proceso de cambio profundo requiere cambiar nuestros modelos mentales o paradigmas.

Como dije anteriormente, entender la estructura social como un iceberg fue una propuesta metodológica que sólo se nos reveló paso a paso. Inicialmente se nos planteó discutir, por grupos, acerca de la pregunta: “cuando yo miro a la realidad (de la competitividad y prosperidad colectiva), ¿qué observo?”. Inicialmente se nos planteó, pues, discutir sólo sobre la punta del iceberg, sin que lo supiéramos.

En mi grupo se plantearon las siguientes observaciones, descritas y organizadas de manera esquemática:

  1. Existe falta de confianza en las instituciones. Las instituciones no son creíbles. Los pactos sociales, como la Constitución de 1991, son incumplidos. Existe demasiado presidencialismo, con un Congreso débil. En las elecciones no prima un voto razonado, sino emotivo.
  2. El país es incapaz de crear empleo en el volumen y la calidad requeridos. Existe pobreza y desigualdad. La concentración del ingreso es uno de los principales problemas. Hay un distanciamiento entre las élites y la sociedad. Hace falta inversión social.
  3. Las cifras no representan la realidad.
  4. No hay acuerdo sobre el modelo a seguir: ¿debe el país internacionalizar su economía o no?
  5. Existe un problema grave de propósito, especialización y desarrollo regional. Existe demasiado centralismo, y carecemos de una estrategia de ordenamiento territorial.

En el siguiente paso, nos revelaron que, debajo de los “eventos visibles”, hay unos patrones o estructuras. La siguiente pregunta sobre la cual tuvimos que dialogar fue: “¿cuáles son algunos de los patrones y estructuras de la realidad actual?”: es lo que hay exactamente debajo de la parte visible del iceberg.

En mi grupo se plantearon las siguientes observaciones, nuevamente descritas y organizadas de manera esquemática:

  1. En las sociedades competitivas hay un balance entre la producción de bienes y servicios privados y públicos. En América Latina se desprecia la producción de bienes públicos, como la seguridad, por ejemplo.
  2. Por contradicciones históricas, hemos desarrollado una organización y una cultura que conducen a los resultados observados.
  3. En países desarrollados, obligaciones como la tributación conducen a derechos por parte de la ciudadanía, cosa que no ocurre en Colombia.
  4. En Colombia hacen falta mensajes más claros para la sociedad en materia de competitividad.
  5. Tenemos problemas de gestión, sobre todo en la parte de evaluación.
  6. En Colombia la dignidad de la gente no es reconocida. La dignidad no se desarrolla; lo que se desarrolla es cómo se expresa la dignidad. El Estado debe ser garante de la dignidad.
  7. Producir la vida que se quiere vivir produce competitividad. La vida que se quiere vivir se produce desde lo local, donde se integran las totalidades humana y espacial, y donde se construye un imaginario colectivo.
  8. La producción de necesidades es importante para producir empleos. En Colombia, infortunadamente, las necesidades no se pueden convertir en demanda, por la pobreza de la población.
  9. La estructura social colombiana está caracterizada por dos elementos: (1) la desigualdad, que impide el reconocimiento de la dignidad de muchos, y (2) el individualismo, que se traduce en una gran inhabilidad para resolver problemas colectivos.

En el tercer paso, se nos pidió reflexionar sobre los modelos mentales o paradigmas que subyacen a toda la estructura social (lo más oculto del iceberg). La tercera pregunta que se nos planteó fue: “¿cuáles son algunos de los modelos mentales o paradigmas que están debajo de la estructura social?”.

Algunas de las opiniones que surgieron en mi grupo fueron las siguientes:

  1. En Colombia se hace una división de la gente entre buenos y malos, donde quién pertenece a cada grupo varía según quién esté expresando su opinión.
  2. Hay un modelo, no democrático, sino de imposición. No hay respeto por el que piensa distinto.
  3. Hay una cultura de la riqueza fácil, exacerbada por el narcotráfico. Hay una cultura del avivato, que consiste en ver cómo le gano yo al otro. En general, hay una cultura mafiosa. Hay un problema grave de valores.
  4. Un trauma histórico a raíz de la violencia es que decir lo que se piensa es agresivo, lo cual inhibe la sinceridad.
  5. Otro trauma es la desconfianza, que conduce a un sistema legal inmanejable.
  6. No se percibe como legítimo, sino como ilegítimo, defender los intereses particulares.
  7. El tema de la responsabilidad individual no está bien asumido. Todos, tanto ricos como pobres, pensamos que el Estado debe velar por nosotros.
  8. El problema de la desigualdad es tan grave que hasta se vuelve sicológico, y se refleja en que a nuestros superiores tengamos que decirles “doctor”, así no lo sean.
  9. Se hace un énfasis relativo exagerado sobre los procedimientos, en desmedro de los resultados.
  10. Se cree que la riqueza es producto de la buena suerte, y la pobreza producto de la mala suerte. El trabajo y la responsabilidad individual juegan un papel menor.

Los coordinadores metodológicos del ejercicio pidieron a cada grupo que escogiera tres de los modelos mentales discutidos y los escribieran en una cartulina de forma hexagonal. Los tres que nuestro grupo escogió fueron: (1) el mundo se divide entre buenos y malos: quien no piensa como yo es mi enemigo, (2) el otro es rico por su buena suerte y yo soy pobre por mi mala suerte, y (3) decir lo que yo pienso es agredir al otro, por el trauma de la violencia.

Luego, los coordinadores metodológicos del ejercicio reunieron a todos los grupos para que presentaran las cartulinas con sus modelos mentales escogidos. Las cartulinas se fueron agrupando espontáneamente según afinidades entre ellas, y a los grupos de cartulinas que surgieron, que fueron 11, se les dio un nombre. Estos 11 nombres resumen unos modelos mentales imperantes en la sociedad colombiana:

  1. Individualismo.
  2. Elitismo.
  3. La riqueza es mala.
  4. La dignidad no se les reconoce a todos.
  5. Tenemos un complejo de inferioridad y una baja autoestima: somos “chiquitos” en lo que pensamos y en lo que emprendemos.
  6. Tenemos la cultura del atajo.
  7. Carecemos de propósito o visión nacional o colectiva.
  8. Carecemos de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
  9. Somos procedimentales y santanderistas.
  10. Yo siempre tengo la razón: yo estoy bien y tú estás mal.
  11. Creemos que basta con pensar en crecer sin pensar en la equidad.

Esta lista merece una relectura, porque, si estos son los modelos mentales que dan sustrato a la realidad nacional, es claro que tenemos un problema: nuestros modelos mentales son eminentemente negativos e inconducentes a la prosperidad colectiva.

Con esto terminaba el proceso de coobservación. Luego comenzó el proceso de copresencia. Este proceso implica dejar ir algunas cosas para que otras nuevas aparezcan. La copresencia se basa en que el apalancamiento más profundo se da en los modelos mentales. La siguiente pregunta fue entonces: “¿cuáles son los puntos de entrada (starting points) con los cuales hay que trabajar juntos para apalancar la cocreación de una nueva realidad?”.

Después de un proceso de identificación de los “puntos de entrada” similar al de los modelos mentales, se llegó a siete fundamentales:

  1. La necesidad de propósitos comunes.
  2. La necesidad de una nueva educación.
  3. Respeto a las diferencias.
  4. Inclusión social.
  5. Principios o valores fundamentales.
  6. Fortalecimiento institucional.
  7. Construcción desde lo local.

Con esto terminó el proceso de copresencia, dando lugar al proceso de cocreación. El proceso de cocreación se representó por medio de “esculturas” elaboradas con objetos dispares que debían ilustrar los puntos de entrada para apalancar la cocreación de la nueva realidad. Antes de “crear” las esculturas vimos un video que mostraba el proceso creativo de Picasso, ilustrado por tomas del cuadro Muerte de un matador en diversas fases de su elaboración. El video es en realidad impresionante: Picasso claramente tiene algunas ideas que quiere expresar por medio de la pintura, pero tantea en la forma como las expresa. Algunos aspectos cruciales del cuadro sólo aparecen al final de su elaboración, después de cambios de opinión radicales.

Las esculturas que produjimos claramente no fueron obras maestras, ni intentaban ser una foto perfecta de la realidad nacional, pero fueron una ilustración interesante de que, si de cambiar una estructura social compleja se trata, el proceso de cambio tiene que ser un proceso verdaderamente creativo, en todo el sentido de la palabra.

Para terminar, es evidente que, con el taller de diálogo de un día de duración, no transformamos la realidad social colombiana, pero, si nuestros modelos mentales son en efecto la causa profunda de los eventos que vemos todos los días en la sociedad colombiana, sí identificamos algunos modelos mentales indeseables, así como algunos puntos de entrada para cambiarlos. El rumbo hacia la prosperidad colectiva puede ser largo y difícil, de modo que bien puede ser útil iniciarlo con un sencillo ejercicio de reflexión grupal.

1 comment:

Unknown said...

DANIEL , YA ENTIENDO PORQUE NO TE QUITAS LOS ANTEOJOS, TU VISIÓN DEL MUNDO ATRAVES DE ELLOS PARECE MUY INTERESANTE...BUSCANDO SOBRE ESTRUCTURA SOCIAL ME ENCONTRE CON TU ARTICULO Y ME PARERCIO SUPER INTERESANTE LA METODOLOGIA PARA EL ANALISIS DEL CAMBIO DE LA ESTRUCTURA SOCIAL,COMPARTIR ESE EJERCICIO FUE UNA GUIA EXCELENTE PARA UN TRABAJO QUE ESTOY REALIZANDO EN MI MAESTRIA, LA IMPORTANCIA DE LAS METODOLOGIAS Y EL EJERCICIO DE REFLEXIÓN GRUPAL, HAN SIDO UN GRAN APORTE...ESPERO QUE SI TENGO LA OPORTUNIDAD DE VOLVERTE A VER HABLEMOS MAS DE ESTOS TEMAS