Saturday, July 7, 2012

12-07-07: La derecha se quita la piel de oveja


Se ha dicho que el reciente homenaje a Fernando Londoño, en el que Álvaro Uribe fue el orador destacado, marca la ruptura de la derecha con el centro. La derecha quiere romper con el centro. Quiere organizarse como opción de poder (aunque ha gobernado, diluida o pura, desde 1998, es decir desde hace 14 años), y Uribe le está poniendo todo el empeño a esa causa. ¿Probables candidatos? Fernando Londoño mismo, si no está inhabilitado, u Óscar Iván Zuluaga (quien, me parece, sería una buena alternativa para ellos, porque es un tipo decente).

Así que no basta con que Santos diga que no quiere pelear con Uribe. Uribe sí quiere pelear con Santos. Los uribistas no bajan a Santos de traidor. Esa pelea se va a dar, porque los uribistas quieren darla.

Es mejor aceptar ese hecho. Y, en consecuencia, no queda nada más que ponerse a armar el centro. El centro puede sonar medias tintas, y así quiere la derecha que suene. Es más: el gobierno Santos, que luce tan acomodaticio, está ayudando a que suene así. Peor aún, en este momento la única que suena con consistencia ideológica es la derecha. El centro está siendo acorralado y bombardeado.

Pero no tiene que ser así. Al centro hay que reconstruirlo, porque solo él nos va a salvar de los extremismos en Colombia. Con una derecha fortalecida, ¿a dónde va a voltear a mirar Colombia? ¿A un centro tan desorganizado que parece inexistente, o a una izquierda dividida entre un Polo desprestigiado y unos Progresistas inventándose, y tratando de acertar en Bogotá? El país tiene que volver a mirar al centro.

Para comenzar, hay que reconstruirlo ideológicamente. La primera premisa tiene que ser: “ni con la guerrilla ni con los paramilitares”. El enemigo de mi enemigo no es mi amigo. Aunque con una ideología propia, el centro tiene que aprender tanto de la derecha como de la izquierda, y convocarlas a ambas. El centro tiene que aprender de la derecha que la primera responsabilidad del Estado es defender la democracia. Pero la amenaza terrorista no proviene solo de la izquierda, y, más aún, no es legítimo promover el paramilitarismo y juntarse con el narcotráfico para combatir el terrorismo de izquierda.

El centro no puede ser visto como blandito con la violencia. Si bien la victoria militar no tiene que ser la única opción del Estado, sí tiene que ser una opción siempre disponible.

En el conflicto que se está luchando, el centro tiene que ser un escrupuloso defensor de los derechos humanos. Episodios como los de los falsos positivos no pueden ocurrir.

Otra premisa del centro tiene que ser la lucha contra el narcotráfico. El narcotráfico le ha hecho un enorme daño al país. Ha financiado la violencia y corrompido las instituciones. Así que el mensaje debe ser: “con los narcos, nada”.

Un mensaje clave del centro debe ser la unión. Uno de los lemas de Estados Unidos es “e pluribus unum”, que quiere decir algo así como que “de muchos hacemos uno”. La derecha en este momento está pregonando la división; el centro debe pregonar la unión. Uno puede pensar de Fernando Londoño lo que quiera, pero su atentado debe concitar un rechazo unánime, y la sanción social de ese hecho se debe dirigir a sus perpetradores, no al gobierno. La sociedad debe estar unida, no dividida, contra los retos.

El centro debe proponer una política social efectiva, financieramente viable y no asistencialista. El centro toma como muy grave el hecho de que Colombia sea uno de los países más desiguales del mundo.

Por último, el centro tiene que ser ejemplo de pulcritud en la política. Debe entender la política como un instrumento de promoción del bien común, no como un instrumento de promoción de intereses particulares. El centro debe expulsar a los hampones de la política. La reciente vergüenza de un Congreso de paramilitares no puede ocurrir con una victoria del centro.

Pero, más allá de la ideología, también hay que mirar de dónde va a salir el liderazgo político del centro. La derecha debe estar compuesta por el Partido Conservador y algunos sectores del Partido de la U. Otros sectores de este partido, el Partido Liberal, Cambio Radical y el Partido Verde tienen el compromiso de armar el centro. No hay un liderazgo obvio para hacerlo. ¿Santos, Vargas Lleras? El Partido Liberal, por ahora, no tiene nada qué ofrecer. Simón Gaviria todavía suena muy biche, y salió muy mal parado de la debacle de la reforma a la justicia. Dentro de los verdes (o, por lo menos, los exverdes), solo Fajardo suena con futuro presidencial, y no sin esfuerzo. Además, conocemos la tendencia de los (ex)verdes para dispararse en el pie. El centro, para ser viable, requiere urgentemente una renovación del liderazgo político: esa parece ser su mayor debilidad. Además, hay que resolver el balance entre “políticos” y “antipolíticos”, que puede dar al traste con la consolidación de un centro unificado.

El futuro político del centro no luce despejado. Pero, ahora que la derecha está dispuesta a despojarse de la piel de oveja, hay que preocuparse por cómo atajar al lobo. Lo peor que puede pasarle al país es que triunfe la polarización que la derecha está proponiendo.

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