Wednesday, May 11, 2011

11-05-11: El caso AIS, una vez más

El 14 de abril publiqué una entrada en mi blog que recibió toda una oleada de comentarios. La entrada se refería a la prisión de Camila Reyes por el caso AIS. Los comentarios son de tipos opuestos: de una parte, me han dicho cosas como que no se trata de defender solo a Camila Reyes, sino a todos los técnicos del Minagricultura que hoy están en la cárcel por el caso AIS, o que es absurdo que los técnicos respondan penalmente por el diseño e implementación de una mala política. De otra parte, me han dicho que esos técnicos, al facilitar o permitir la corrupción, sí deberían estar en la cárcel.

La verdad es que ver a esos muchachos en la cárcel es desmoralizante, en especial para aquellos que tienen la ilusión de hacer como técnicos una carrera en el sector público y contribuir al desarrollo del país. Lo interesante de una sociedad libre es que cada cual escoja qué hacer con su vida. Algunos escogerán ir al sector privado y tratar de hacer dinero, y otros escogerán ir al sector público. Me parece muy importante que cada cual haga lo que quiera hacer. Quienes están en el sector público claramente hacen patria. Quienes están en el sector privado también hacen patria, porque generan riqueza, empleo y pagan impuestos.

El problema en Colombia es que los incentivos para entrar al sector público están distorsionados. Para los honestos, las pagas son malas y los riesgos jurídicos son altos. Para quienes tienen ambiciones desmedidas de poder y para los corruptos, el Estado se vuelve un botín irresistible. Así, ¿cómo hacemos para que la gente buena quiera ir al Estado? Yo mismo he pasado por ahí, y ahora, a pesar de toda la presión, encuentro muy atractiva la vida en el sector privado, aunque quienes tenemos la vocación del servicio público quizás no la perdemos nunca.

Lo que sí es triste es que jóvenes que se meten al sector público con la mejor vocación de servicio terminen perseguidos sin sentido por la justicia o los organismos de control. A la mala paga se suma el riesgo jurídico. Cualquiera con un mínimo sentido de protección de los intereses personales se ve espantado por el sector público. Por eso los técnicos del sector público se han sentido especialmente agraviados por el encarcelamiento de los técnicos del Ministerio de Agricultura. La señal que se le está dando al país es que trabajar por el bien común no paga.

Al respecto, quisiera contar lo que tal vez es una infidencia. En medio de la investigación, Camila me pidió escribirle una carta de recomendación, que hubiera podido servirle en todo el proceso jurídico, pero que nunca redacté. Lo que sí hice, gracias a los buenos oficios de mi jefa, María Mercedes Cuéllar (a quien admiro, fuera de por otras, por ese tipo de cosas: ya quisiera yo ver a otros defendiendo a su gente), fue hablar con la señora Fiscal General de la Nación.

De Vivianne Morales tengo la mejor opinión: me parece una mujer proba y juiciosa. Le dije que, para lo que pudiera valer, yo podía meter mis manos al fuego por Camila Reyes. Ella me dijo que entendía, pero que el proceso debía continuar, y que el propósito era que los investigados dieran las explicaciones del caso y se defendieran.

Y lo siguiente que me dijo fue una admisión de la tragedia: que pensaba en Camila como pensando que su propia hija podría estar en esa situación, y que ella (la Fiscal), que ha hecho toda su carrera en el sector público, les recomendaba a sus hijos que no siguieran sus pasos, porque el sector público es muy desagradecido. Si una persona como Vivianne Morales les enseña a sus hijos que ir al sector público no vale la pena, ¿qué se puede esperar? No se puede esperar nada bueno de un país que manda señales de que la gente buena no se debe interesar en el servicio público.

Un segundo tema es el balance entre técnicos y políticos en el Estado. Encontrar aquí el equilibrio es muy difícil. En una primera instancia, es claro que los técnicos no deberían responder penalmente por las políticas públicas. Si una política pública es mala, la sanción debería ser política y debería ser soportada por los políticos (otra cosa es que haya comportamientos criminales por parte de los técnicos).

Pero la pregunta es hasta qué punto los técnicos pueden o deben parar las estupideces de los políticos o las trampas de los corruptos. En la historia reciente de Colombia ha rondado por ahí la idea de que los técnicos deben ser lo suficientemente poderosos como para poder cumplir ese papel. La idea es oponer la barrera del Estado tecnocrático al poder del Estado burocrático.

Esta idea ha sido compartida en su momento tanto por presidentes intervencionistas, como Carlos Lleras, como por presidentes neoliberales, como César Gaviria. Se dice que fue Carlos Lleras quien inició la tradición de tener un fuerte componente técnico en el gobierno.

La noción de que el poder de los técnicos pueda contener las malas ideas de los políticos es una que suena bien en principio, pero que es muy difícil de implementar en la práctica. En primer lugar, una tecnocracia poderosa sin control político no es deseable, entre otras razones porque la noción de una tecnocracia desprendida de toda consideración política simplemente no existe. En segundo lugar, es el poder político el que le otorga fortaleza a la tecnocracia. En tercer lugar, si la tecnocracia no está fortalecida, es imposible que cumpla su función de contención.

Durante mucho tiempo, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) fue un bastión técnico en el Estado, que contenía las presiones políticas que se manifestaban en los ministerios. Mientras que los ministerios algo se han fortalecido técnicamente, el DNP se ha debilitado. El caso es que el balance técnico-político no luce muy a favor de los técnicos en la Colombia actual.

Así, es muy difícil que los técnicos puedan contener a los políticos. Yo sigo creyendo que Camila Reyes fue puesta en una situación que era superior a sus fuerzas, y que eso habla mal, no de ella, sino del sistema político vigente. Sea lo que sea, dos cosas me parecen ciertas: (1) Camila Reyes no era responsable del programa AIS, y (2) Camila, con toda probabilidad, no hizo algo que fuera abiertamente ilegal o inmoral. Ahí seguramente había una línea difícil de trazar, que hoy le están pintando de modo que ella queda del lado de los inmorales.

Una nota final: escribo todo esto porque creo en la bondad fundamental de Camila Reyes, y no porque esté interesado en defender el gobierno de Uribe o el ministerio de Arias, o porque crea que el programa AIS fue un buen programa. En particular, creo que el programa AIS fue un mal programa. No me interesa que la defensa de Camila y de los otros técnicos del ministerio se vuelva un tema político. Mi punto de fondo es que, si en el programa AIS hubo algo mal, aquí estamos haciendo pagar a quien no corresponde. Y eso es una tremenda injusticia.

1 comment:

Melissa Vergara Fernández said...

Querido Daniel:

Un breve comentario a tus dos entradas con relación a C. Reyes:

Entiendo tu preocupación dada la cercanía que has tenido con los técnicos del sector público a lo largo de tu carrera. También entiendo que Camila es una vieja amiga tuya con la que también has trabajado. Desconozco los detalles de su caso y por eso no me voy a atrever a más que a hacer un par de observaciones con base en lo que has escrito.

1. Me da la impresión que la inocencia que profesas de Camila no está basada en más de lo que tu experiencia te dice de ella: que fue tu estudiante, que trabajó contigo, que es "pila, alegre y encantadora". A pesar de que repudias el hecho que ella esté hoy en la cárcel, su inocencia no asciende a más que tu fe en ella: "Camila, con toda probabilidad, no hizo algo que fuera abiertamente ilegal o inmoral."
Para escribir este comentario traté de ponerme en sus zapatos y pensé: "Si estuviera en el caso de ella, con lo que Daniel me conoce, podría asegurar que él estaría seguro de mi inocencia", por lo que entiendo perfectamente el punto de vista desde el que argumentas. Pero me temo que desafortunadamente no podemos saber cuándo cometemos errores. Puede ser que Camila sea una chica recta y decente como la describes, pero apelando un poco a una entrada de A. Gaviria respecto a los Name, el hecho de que sea de buena familia, estudiante de la universidad de los Andes, y buena trabajadora, no la exime de la posibilidad de que se le haya podido corromper el corazón. Pero bueno, asumamos que Camila es inocente para los siguientes puntos.

2. Entiendo tu frustración con el caso, y es abominable que Camila esté hoy en la cárcel mientras que los culpables posiblemente gozan de la libertad. Pero no se te olvide que esa no es una falencia exclusiva de la justicia colombiana. Es una condición que trasciende la justicia en general. Siempre corremos el riesgo de equivocarnos y encontrar culpables a los inocentes. Por eso el difícil papel de la evidencia, el juicio de los expertos, etc.

3. Es una tragedia que Camila ––y todos los demás técnicos inocentes––estén en la cárcel. Pero estoy segura que eventualmente logrará comprobarlo y el Estado tendrá que indemnizarla. Sin embargo debo admitir que me parece mayor tragedia que nuestra justicia fuera tan blandengue para que la situación cambiara después de tu conversación con al Fiscal General de la Nación. Reconoces que después de decirle que "pondrías las manos en el fuego por Camila" ella te dijo que "el proceso debía continuar". Me pregunto: ¿Así de pobre es tu visión de nuestra justicia para que esperes que tu charla tenga algún efecto? Lo que entiendo, si no le llevas ninguna evidencia de la inocencia de Camila a la Fiscal, es que esperas que tus credenciales, junto con tu buena fe en Camila sean, al menos, influyentes en el proceso. Creo que una justicia que se base en este tipo de "charlas informales" es una verdadera tragedia.

Ahora, entiendo que fue "gracias a los buenos oficios de [tú] jefa" que pudiste hablar con la Fiscal. Me pregunto si cualquier ciudadano que se considere involucrado en el caso quisiera hablar con la Fiscal, pudiera hacerlo. ¿Podría? Aquí me parece que tratas de aprovecharte de las mismas debilidades que también criticas de la justicia colombiana. Creo que así como tú aprovechaste la oportunidad de hablar con la Fiscal en beneficio de Camila, también lo hace quien está interesado en que ella, aún cuando es inocente, siga en la cárcel; y me parece que ninguna posición es más legítima que la otra, mientras sea el privilegio de unos pocos.

Un abrazo fuerte,

M.