¿Qué es el liberalismo? Puede ser una cosa que va desde la izquierda hasta la derecha. En el sentido más puro, el liberalismo es la defensa de la libertad, pero una defensa acérrima de la libertad conduce a una visión muy conservadora de las cosas. La forma más conservadora de entender el liberalismo es la que señala que la libertad que cuenta es la libertad individual, y que, por lo tanto, toda amenaza a la libertad individual, especialmente la que proviene del Estado, tiene que ser activamente rechazada. Esta noción de libertad como libertad individual rechaza toda noción de comunidad: no hay sociedad sino individuos, y no hay más bien que el bien individual. En particular, una noción como el bien común es rechazada por pertenecer al mundo de la fantasía. Dentro de esta concepción conservadora del liberalismo no puede haber libertad sin propiedad privada y no puede haber derechos sin responsabilidades.
Sin embargo, no todo el liberalismo es derecha. En Estados Unidos el calificativo "liberal" designa a alguien más de izquierda que de derecha. En Colombia también se sigue esa convención, quizás como resultado de la influencia de líderes históricos como Rafael Uribe Uribe, Alfonso López Pumarejo y Jorge Eliécer Gaitán, que eran liberales de izquierda. Se dice que Rafael Uribe Uribe sostenía que "el liberalismo debe amamantar en los abrevaderos del socialismo". Este liberalismo de izquierda estaría más preocupado por la justicia social que por la libertad. O, más bien, reconocería que una excesiva libertad económica genera para muchos una libertad más formal que real. Como me enseñaba mi entrañable profesor de filosofía en el colegio (que, curiosamente, era conservador), "la única libertad real de muchos en el capitalismo es la libertad de morirse de hambre". Bajo esta lógica, algunos liberales colombianos hacen el tránsito a la izquierda, como Carlos Gaviria o María Emma Mejía, o se sienten cómodos interlocutando con la izquierda, como Piedad Córdoba.
De modo, pues, que el liberalismo da para todo. En el contexto colombiano, una forma más estrecha de entender el liberalismo es la que lo colocaría entre la izquierda y el conservatismo. El liberalismo no sería de izquierda, ya que respetaría las convenciones básicas de la economía de mercado, y no sería de derecha, ya que afirmaría, en todo caso, la primacía de la igualdad o la justicia social sobre la libertad, y la importancia de lo que la Constitución colombiana denomina "el libre desarrollo de la personalidad", es decir, la libre expresión de la individualidad personal.
En este escenario, ¿yo dónde me coloco? Yo creo que soy un liberal de centro. Creo que, entre justicia social y libertad, prima la justicia social. Sin embargo, también creo que la promoción de la justicia social debe hacerse de forma cuidadosa, para no perjudicar el funcionamiento de los mercados. No más hoy veo en la prensa que Hugo Chávez, el presidente venezolano, "obligará" a los productores de 12 alimentos básicos a "mantener una producción mínima que garantice el abastecimiento interno a precios controlados". Es absurdo esperar que alguien quiera mantenerse en un proceso productivo a pérdida, y por lo tanto la medida de Chávez, que ignora completamente los incentivos que operan en una economía de mercado, está condenada a fracasar: con ella no conseguirá abastecimiento a precios bajos, sino desabastecimiento. En este sentido, puede decirse que un liberal de centro es un tipo con conciencia social, pero no iletrado en asuntos económicos.
Un liberal de centro aprecia la libertad, pero entiende que la aspiración de libertad individual no es absoluta. La libertad individual puede ser coartada siempre que esa restricción de la libertad individual promueva el bien común. Sólo con ese pretexto se le imponen límites a la libertad individual. Ese espíritu quedaba recogido en algún texto constitucional colombiano bajo la fórmula de que "se respeta la propiedad privada con responsabilidad social". Para el liberal conservador, la intervención estatal que recorte la libertad individual es anatema. Bajo esta lógica, los impuestos no son una contribución individual al bien común, sino la expresión de un Estado desbordado en sus funciones, que por lo tanto se convierte en una amenaza para la libertad individual. El liberal de centro reconoce que las apelaciones frecuentes al bien común se pueden convertir en una fuente de totalitarismo. No es casual que los regímenes que han hecho de la igualdad social un valor absoluto, como la Unión Soviética, Cuba o Corea del Norte, sean también totalitarios. A uno se le puede ir la mano promoviendo la justicia social a expensas de la libertad. Un verdadero liberal trata de conciliar ambas, no de someter la segunda a la primera. Es un balance delicado, que trata de hacer honor a la doctrina aristotélica de que la virtud se halla en el justo medio.
Me parece que un liberalismo de centro es una posición pragmática, compasiva frente a la situación de los débiles en la sociedad, pero tambien enterada de las realidades del funcionamiento social.
Es posible que una situación más de izquierda también sea aceptable. Pero yo creo que sus bases teóricas todavía tienen que ser elaboradas. Creo que la base de esa situación más de izquierda debe ser un replanteamiento del papel de la propiedad privada. En la actualidad, la propiedad privada del capital cumple dos papeles principales: un papel de organización de la actividad productiva (el dueño del capital define cómo se organiza la actividad productiva), y un papel de distribución del excedente económico (el dueño del capital contrata al trabajo en el mercado de trabajo, y se apropia de todo el excedente que el proceso productivo pueda generar por encima de los salarios que se les paga a los trabajadores). Yo creo que esos dos papeles sólo están justificados por convenciones sociales. Quizás sea posible redefinir esos papeles sin afectar la operatividad de la economía de mercado.
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1 comment:
Leyendo esta columna me acordé mucho del siguiente párrafo escrito por un gran inspirador:
"If David Hume were alive today, he would be delighted to explain that we can no more provide a Rational Justification for using fairness as a coordination device in this way than we can justify using inductive reasonign. But the fact that Hume thought it impossible to justify inductive reasoning didn't stop him using inductive reasoning in formulating his program on whiggish reform. So why should we allow the fact that we can't find find an absolute justification for the fairness norms that circulate in our society to prevent our using them to improve our way of life?"
A mi me gusta mucho ese argumento. Es propio de un verdadero whig. ¿Usted qué opina Daniel?
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