Tuesday, March 3, 2009

09-03-03: Mis amigos los conservadores

Llámelo suerte, si quiere. O la rosca uniandina. En la Universidad de los Andes he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas influyentes en la vida social colombiana. En la universidad conocí a Mauricio Cárdenas, quien fue director de Fedesarrollo, director del Departamento Nacional de Planeación, y ministro de Comercio y Transporte, todo antes de cumplir los 40 años. Mauricio iba enrutado a ser Presidente de la República, hasta que una “indiscreción”, como dirían los gringos, lo alejó, quién sabe qué tan definitivamente, de esa ruta. Conocí también a Alberto Carrasquilla, uno de los economistas más brillantes de su generación, quien llegó a ser ministro de Hacienda. A otro que conocí en la universidad es Juan Carlos Echeverry, quien llegó a ser uno de mis amigos más cercanos. Él fue mi padrino de matrimonio. Últimamente no lo he visto mucho, pero el cariño sigue ahí. Acabo de oír que piensa lanzarse a la alcaldía de Bogotá. Y, por último, en la universidad conocí a Andrés Arias. Fui su profesor, y fui invitado a su primer matrimonio. En una carrera meteórica, fue ministro de Agricultura, y ahora quiere ser presidente de la República.

Todos ellos tienen varias cosas en común. Son economistas. Son uniandinos. Son muy brillantes. Son muy influyentes… Y son conservadores. Yo me pregunto por qué una generación de brillantes economistas uniandinos muy próxima a la mía estuvo destinada a ser conservadora. Puede ser que, si usted es verdaderamente inteligente, no tenga más remedio que ser conservador. Puede ser. O puede ser que ser economista uniandino conservatice. También puede ser. O puede ser que ninguna de las anteriores cosas tenga nada que ver. Rafael Nieto, el hoy comentarista de la FM en la mañana, también es de mi generación y también es conservador, pero no es economista uniandino. Pero es del Gimnasio Moderno, donde también estudié.

El caso es que los conservadores están viendo madurar una nueva generación de líderes que es justamente mi generación. Y lo que veo a mi alrededor es que mi generación es conservadora. Ay, Dios: es conservadora. Es curioso, porque la imagen que yo tenía de Colombia es que era un país más liberal que conservador. Desde 1974 hasta 1994, el Partido Liberal sólo perdió la presidencia cuando se dividió. Pero desde 1998 ha perdido la magia: ha perdido tres elecciones presidenciales seguidas. De pronto, entonces, mi generación no ha hecho más que leer el espíritu de estos tiempos, que es más conservador. Miro a mi alrededor, y no veo el surgimiento de la misma generación de liberales. Frente a esta nueva generación, los economistas liberales, como Sarmiento, Perry o Cabrera, lucen inevitablemente de otra época.

Escribo esta pequeña nota para hacer una profesión de fe: a pesar de ser economista uniandino, no soy conservador. Puede ser que yo no sea tan brillante. Puede ser. Puede ser que yo no me sienta tan economista, o que los Andes no hicieron bien sobre mí su tarea de adoctrinamiento. Puede ser. Naturalmente, reconozco los méritos del mercado, lo cual me aleja de ser socialista, pero tampoco soy conservador. Para ser más preciso, soy liberal. Quizás ese no sea el signo de los tiempos, pero qué le voy a hacer. Todos mis amigos son conservadores, pero qué le voy a hacer. A pesar de todo, soy liberal, soy liberal…

3 comments:

Nelson Vanegas A said...

Ay Daniel... no puedes confundir al Partido Liberal Colombiano con el liberalismo. Creo francamente que no hay nadie sociedades más liberales que la británica, pero a la cual todos la tachan de conservadora (poco afecta al cambio). Lo que la vuelve liberal es precisamente que el valor que más conservan es el del respeto a los demás y a la diferencia. Son tan liberales que son conservadores... eso no contesta tu pregunta de porque los uniandinos te salieron tan conservadores pero de pronto sirve de inicio de una respuesta.

Cesar Lulle said...

Estoy mamado de estos idiotas Uniandinos que se creen el ombligo del mundo

Cesar Lulle said...

Estoy mamado de estos idiotas Uniandinos que se creen el ombligo del mundo