¿Cómo interpretar el terrorismo? Esta es una pregunta crucial, tanto en la arena internacional como en la doméstica. Hay por lo menos dos interpretaciones posibles: (1) que el terrorismo es una forma de lucha inaceptable, que involucra al conflicto víctimas absolutamente inocentes, o (2) que es la única forma de lucha que les queda a los débiles cuando están siendo avasallados por una fuerza desproporcionadamente mayor. Mi percepción es que la primera interpretación es más correcta para el caso colombiano, mientras que la segunda es más correcta para el caso internacional.
En la arena internacional, el mundo occidental, liderado por los Estados Unidos de Bush, a raíz principalmente de los ataques del 11 de septiembre de 2001, están empeñado en librar una lucha contra el terrorismo, que ha tenido dos escenarios principales: primero Afganistán y luego Irak. Esa lucha no cuenta con respaldo unánime. En primer lugar, no es compartida por todos los países representativos de Occidente (por ejemplo, Francia o Alemania no apoyaron la intervención en Irak), y en segundo lugar no es compartida por toda la población de aquellos países que sí la han promovido: debido al rechazo interno, ya salieron del poder el Partido Popular y Aznar en España, y Tony Blair en el Reino Unido, al tiempo que la posición misma de Bush en Estados Unidos se vuelve más precaria.
La interpretación de estos líderes en retirada es que el terrorismo es irracional e inaceptable. Y quizás el terrorismo sea un curso de acción inaceptable, pero no necesariamente es irracional. La percepción de que algunos musulmanes son terroristas porque son unos fanáticos religiosos es profundamente equivocada. Y la percepción de que a los musulmanes hay que combatirlos porque sus valores son distintos de los nuestros también lo es. Nada es más antidemocrático que creer que la única salida con los distintos es el conflicto.
Es cierto que, por lo general, los países musulmanes no se destacan por su democracia, ni por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Pero estas son conquistas relativamente recientes de Occidente. A la gente se le olvida que Colombia fue república y democracia primero que Italia o Alemania, por decir alguna cosa. Y en cuanto a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pues ese también es un invento nuevo.
Mi sensación es que Occidente es incapaz de ver lo agraviantes que han sido para los musulmanes sus intervenciones en el Oriente Medio. Para mencionar sólo un ejemplo por cada uno de los tres principales pueblos musulmanes de esa región del mundo, los árabes, los turcos y los persas, en primer lugar está la creación del estado de Israel en el territorio de Palestina. En segundo lugar, está no permitir el acceso de la Turquía musulmana pero laica a la Unión Europea, mientras que otros países cristianos son admitidos más expeditamente. En tercer lugar están los permanentes desatinos en el manejo de Occidente con respecto a Irán e Irak.
Con respecto a este último tema, apoyar la dictadura del sha en Irán estuvo "bien" porque él era pro-norteamericano y garantizaba que la industria petrolera iraní no sería nacionalizada. Pero al pueblo iraní no tenía por qué agradarle la dictadura del sha. Eso generó la reacción islámica fundamentalista del ayatollah Khomeini, que derrocó al sha, adoptó una postura anti-norteamericana y contribuyó a desatar una grave guerra entre Irán e Irak, al estar el primero controlado por musulmanes chiítas fundamentalistas y el segundo por musulmanes sunitas laicos.
Estados Unidos trató de aprovechar la guerra entre Irán e Irak para debilitar al Irán anti-norteamericano armando a su enemigo Irak, controlado por Saddam Hussein. Posteriormente, cuando Estados Unidos tuvo que enfrentar a Hussein por haber invadido Kuwait, creó la paradoja de tener que enfrentar al mismo ejército que había ayudado a armar. Y la intervención para liberar a Irak de Hussein ha perturbado el delicado equilibrio que existía con las minorías chiítas y kurdas en ese país, de modo que Estados Unidos se ha colocado en una situación de la que no puede salir como ganador: si se queda, estará sometido a tratar de controlar una guerra civil en un país lejano con vidas norteamericanas, y si se retira no habrá traído estabilidad a Irak, sino todo lo contrario.
Una cosa es que Saddam Hussein no me guste. Otra, muy distinta, es que eso me dé el derecho de invadir a Irak. Hussein no fue derrocado por las fuerzas internacionales cuando había una justificación para eso: la invasión iraní de Kuwait. En cambio, fue derrocado cuando se le acusó falsamente de ser una amenaza por construir armas de destrucción masiva. La segunda guerra de Irak fue una guerra inmoral, que ha traído más inestabilidad al mundo, no menos. Por lo tanto, en la historia reciente Estados Unidos se ha equivocado tres veces con respecto a Irak: al armarlo para contener a un Irán anti-norteamericano, al no golpear con fuerza decisiva al régimen de Hussein cuando éste se colocó por fuera de las normas de convivencia internacional al invadir a Kuwait, y al derrocarlo con un pretexto falso y con un procedimiento desestabilizador.
Fuera de que derrocar a Hussein no significó ganar la guerra en Irak, tampoco significó ganar un amigo en Irán. Para los iraníes, el enemigo (Estados Unidos) de mi enemigo (Irak) no es mi amigo. Para ellos, Estados Unidos es el “demonio” (si usted fuera iraní, ¿qué pensaría de un país que sostuvo una dictadura en el suyo, que usted percibía como una humillación nacional?). Para Estados Unidos, Irán es el país más peligroso del mundo, porque ha decidido desarrollar un programa de armas nucleares. Irán se pregunta: “¿con qué derecho puede Estados Unidos, que tiene armas nucleares y que las ha usado, decirme a mí que no puedo tenerlas?”. De otro lado, si la imagen de Bush no estuviera tan golpeada en Irak, sin duda el mundo estaría esperando con ansiedad la intervención militar norteamericana en Irán también.
Es infortunado, pero todo esto revela que Occidente no ha hecho más que percibir a Medio Oriente con una mentalidad colonialista, en la que lo único que importa es si Occidente puede tener acceso a los recursos naturales de esta región, y en particular a su petróleo.
El terrorismo musulmán tiene, pues, una buena explicación. Occidente ha creído que puede intervenir en el Medio Oriente impunemente. Y se ha equivocado. El terrorismo musulmán es la respuesta a la violación de Occidente del principio de autodeterminación de los pueblos.
Y Colombia se ha equivocado al apoyar a Occidente en su lucha contra el terrorismo musulmán. No se trata de aplaudir actos como los del 11 de septiembre: todo lo contrario. Estados Unidos ganó con justicia la solidaridad del mundo después de esa fecha. De lo que se trata es de promover una comprensión mundial que permita que los pueblos musulmanes se sientan respetados en su autonomía, y que, en consecuencia, no se sientan obligados a apelar al terrorismo.
Colombia pensó que, si quería solidaridad mundial en su lucha interna contra el terrorismo, tenía que brindar solidaridad en la lucha mundial contra el terrorismo. Y no es así. No todos los terrorismos son iguales ni tienen la misma lógica. Además, no basta con ser antiterrorista para pertenecer al mismo bando. No siempre es cierto que el enemigo de mis amigos es mi enemigo. El terrorismo colombiano es bien distinto del musulmán. Ya se ha dicho que, en una democracia, el terrorismo es inaceptable. Así es, y así debe ser. Son poquísimos los colombianos que creen en la justicia de la causa terrorista de izquierda en nuestro país, pero, infortunadamente, muchos creyeron en la justicia de combatir terrorismo con terrorismo, al apoyar, por acción o por omisión, la conformación de fuerzas paramilitares de derecha. Esto es una desgracia.
El Estado y la democracia colombianos son propios de un país subdesarrollado: débiles, con muchas falencias. Pero eso no es una excusa para atacarlos. Todo lo contrario: si son débiles y presentan falencias, lo que hay que hacer es fortalecerlos.
Por tanto, me parece a mí, la lucha contra el terrorismo en la arena internacional pasa por empezar a respetar en serio el principio de autodeterminación de los pueblos y por promover la convivencia pacífica entre las naciones, así tengan creencias y valores distintos. La diferencia no puede ser una excusa para el conflicto. En la arena doméstica, la lucha contra el terrorismo pasa por fortalecer el Estado y la democracia. Si en Colombia el Estado y la democracia son atacados, yo creo que tienen todo el legítimo derecho de defenderse. Pero sólo ellos; no fuerzas paraestatales con procedimientos ilegales. Si el Estado es incapaz de cumplir esa tarea, lo único que le espera al país es el caos. Es un deber de las autoridades nacionales hacerle ver a la comunidad internacional las diferencias entre su terrorismo y el nuestro. Ayudar a precisar esas diferencias es contribuir a la paz, tanto internacional como doméstica.
Thursday, August 23, 2007
07-08-23: Mi visión para el desarrollo colombiano
La Revista del Buen Gobierno muy amablemente nos pidió a trece colombianos una colaboración, de máximo una página, en torno a “visiones sobre el futuro del desarrollo económico y social colombiano”. Este fue el texto que envié.
Cite un fragmento de la literatura que recoge ese concepto que considera absolutamente central para encauzar el desarrollo colombiano.
“Nada contraría tanto a nuestros amigos economistas como recordarles que la teoría económica es una disciplina profundamente reaccionaria. [...] Sin embargo, no está definitivamente condenada la lúgubre ciencia, como la llamó Thomas Carlyle. [...] Para que funcione hoy una teoría económica, ha de constituirse alrededor de lo común, lo global, y la cooperación social. En otras palabras, debe convertirse en una ciencia biopolítica. Como dice Amartya Sen, la ingeniería económica debe volver la vista hacia la ética” (Hardt y Negri (2005), Multitud).
Comente brevemente el párrafo. ¿Cuál podría ser la mejor forma de implementarlo?
(1) Creo en la dignidad y el valor fundamental de cada ser humano: abomino de la desigualdad humana en términos económicos o de poder, pero la valoro en términos de opciones de vida. (2) Creo que no se puede ignorar la responsabilidad individual de los seres humanos. Como dijo John D. Rockefeller, Jr., “yo creo […] que el mundo no le debe a ningún hombre los medios para ganarse la vida pero que le debe a cada hombre una oportunidad para ganarse la vida”. (3) Creo que la violencia no tiene cabida ni en el proceso político ni en la sociedad en su conjunto. (4) Creo que el crecimiento económico es necesario para el desarrollo. Es mentira eso de que primero hay que repartir para luego sí crecer. Lo primero es generar riqueza: creo en la importancia de la libertad de empresa y de un ambiente adecuado para los negocios. (5) Creo que no cualquier crecimiento es deseable: el crecimiento económico debe ser social, política y ambientalmente sostenible. (6) Creo que es un error entorpecer el funcionamiento y la disciplina de los mercados y el sistema de precios, pero también creo que los mercados, por sí solos, no son capaces de producir justicia social. Creo que la falta de justicia social es la principal amenaza para un crecimiento sostenible. (7) Creo en la necesidad del Estado para proteger a los más débiles, y no para promover los intereses de los más fuertes. (8) Creo que la principal función de la democracia es (a) proveer un espacio donde todos los individuos tengan el mismo poder, y (b) contener las inequidades que producen los mercados. (9) Creo que la ley debe ser igual para todo el mundo, y no sólo para “los de ruana”. (10) Creo en un Estado respetuoso de las libertades individuales. (11) Creo que los técnicos no pueden sustituir al proceso político. (12) Creo que la política está mal cuando para hacerse elegir se requiere más plata o influencias que ideas, y que el Estado está mal cuando no representa el interés general. (13) Creo en una socialdemocracia heterodoxa, es decir, creo en la búsqueda del socialismo a través de métodos democráticos, pero creo en el funcionamiento de los mercados, es decir, creo en un socialismo de mercado. (14) Creo que los requerimientos mínimos de un socialismo moderno son (a) imponer una tributación progresiva, que pese más sobre el individuo que sobre la empresa (porque la desigualdad social es entre individuos y porque hay que fomentar la empresa) y más sobre el capital que sobre el trabajo (porque el acceso desigual al capital es la principal fuente de desigualdad), y (b) garantizar el derecho al trabajo. Esto, me parece, es la principal responsabilidad de la seguridad social (no la salud, o las pensiones, o la vivienda, porque todas esas cosas las debe poder pagar quien tiene empleo): creo que una sociedad justa es una donde toda la gente puede derivar ingresos de su trabajo. (15) Creo que, hacia el futuro, se debe estudiar si es viable una socialdemocracia más progresista, en la cual toda la gente pueda derivar ingresos únicamente de su trabajo.
Cite un fragmento de la literatura que recoge ese concepto que considera absolutamente central para encauzar el desarrollo colombiano.
“Nada contraría tanto a nuestros amigos economistas como recordarles que la teoría económica es una disciplina profundamente reaccionaria. [...] Sin embargo, no está definitivamente condenada la lúgubre ciencia, como la llamó Thomas Carlyle. [...] Para que funcione hoy una teoría económica, ha de constituirse alrededor de lo común, lo global, y la cooperación social. En otras palabras, debe convertirse en una ciencia biopolítica. Como dice Amartya Sen, la ingeniería económica debe volver la vista hacia la ética” (Hardt y Negri (2005), Multitud).
Comente brevemente el párrafo. ¿Cuál podría ser la mejor forma de implementarlo?
(1) Creo en la dignidad y el valor fundamental de cada ser humano: abomino de la desigualdad humana en términos económicos o de poder, pero la valoro en términos de opciones de vida. (2) Creo que no se puede ignorar la responsabilidad individual de los seres humanos. Como dijo John D. Rockefeller, Jr., “yo creo […] que el mundo no le debe a ningún hombre los medios para ganarse la vida pero que le debe a cada hombre una oportunidad para ganarse la vida”. (3) Creo que la violencia no tiene cabida ni en el proceso político ni en la sociedad en su conjunto. (4) Creo que el crecimiento económico es necesario para el desarrollo. Es mentira eso de que primero hay que repartir para luego sí crecer. Lo primero es generar riqueza: creo en la importancia de la libertad de empresa y de un ambiente adecuado para los negocios. (5) Creo que no cualquier crecimiento es deseable: el crecimiento económico debe ser social, política y ambientalmente sostenible. (6) Creo que es un error entorpecer el funcionamiento y la disciplina de los mercados y el sistema de precios, pero también creo que los mercados, por sí solos, no son capaces de producir justicia social. Creo que la falta de justicia social es la principal amenaza para un crecimiento sostenible. (7) Creo en la necesidad del Estado para proteger a los más débiles, y no para promover los intereses de los más fuertes. (8) Creo que la principal función de la democracia es (a) proveer un espacio donde todos los individuos tengan el mismo poder, y (b) contener las inequidades que producen los mercados. (9) Creo que la ley debe ser igual para todo el mundo, y no sólo para “los de ruana”. (10) Creo en un Estado respetuoso de las libertades individuales. (11) Creo que los técnicos no pueden sustituir al proceso político. (12) Creo que la política está mal cuando para hacerse elegir se requiere más plata o influencias que ideas, y que el Estado está mal cuando no representa el interés general. (13) Creo en una socialdemocracia heterodoxa, es decir, creo en la búsqueda del socialismo a través de métodos democráticos, pero creo en el funcionamiento de los mercados, es decir, creo en un socialismo de mercado. (14) Creo que los requerimientos mínimos de un socialismo moderno son (a) imponer una tributación progresiva, que pese más sobre el individuo que sobre la empresa (porque la desigualdad social es entre individuos y porque hay que fomentar la empresa) y más sobre el capital que sobre el trabajo (porque el acceso desigual al capital es la principal fuente de desigualdad), y (b) garantizar el derecho al trabajo. Esto, me parece, es la principal responsabilidad de la seguridad social (no la salud, o las pensiones, o la vivienda, porque todas esas cosas las debe poder pagar quien tiene empleo): creo que una sociedad justa es una donde toda la gente puede derivar ingresos de su trabajo. (15) Creo que, hacia el futuro, se debe estudiar si es viable una socialdemocracia más progresista, en la cual toda la gente pueda derivar ingresos únicamente de su trabajo.
07-08-23: El credo de los Rockefeller
Preparando un texto para la Revista del Buen Gobierno, releí (en William Safire (1992), Lend Me Your Ears: Great Speeches in History, New York: W. W. Norton & Company) un discurso de John D. Rockefeller, Jr., uno de los millonarios más famosos de Estados Unidos, que pronunció por radio el 8 de julio de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, pero antes del ataque japonés a Pearl Harbor. Rockefeller, Jr., heredó su fortuna del conocido magnate petrolero, pero, mutando de los negocios a la filantropía le dio aceptabilidad a la misma. Fue el padre de Nelson Rockefeller, político republicano que repitió durante su campaña para la gobernación de Nueva York una de las frases de ese discurso ("brotherhood of man, fatherhood of God") tan intensamente que su sigla (bomfog) empezó a significar en inglés algo así como "retórica política bien intencionada pero vacía"; y fue tío abuelo de Jay Rockefeller, político demócrata que dijo: “usted no debería ser un Rockefeller para tener servicio médico”.
El discurso de Rockefeller, que hoy está escrito en piedra en la pista de patinaje del Rockefeller Center de Nueva York, tiene una cierta belleza que lo rescata de la ingenuidad, y es difícil estar en desacuerdo con él. Sólo hay un punto en el que no me identifico del todo, y aquellos que conozcan mis posiciones religiosas no tendrán dificultad en saber cuál es. He pensado que vale la pena añadirlo a mi blog.
“Estos son los principios con base en los cuales mi esposa y yo hemos tratado de criar nuestra familia. Estos son los principios en los cuales mi padre creía y con los cuales guiaba su vida. Estos son los principios que aprendí al lado de mi madre.
“Ellos señalan la vía hacia la utilidad y la felicidad en la vida, y hacia el valor y la paz en la muerte”.
“Si ellos significan para usted lo que significan para mí, quizás ellos también puedan ayudar a nuestros hijos para su guía e inspiración.
“Permítanme mencionarlos:
“Yo creo en el valor supremo del individuo y en su derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.
“Yo creo que cada derecho implica una responsabilidad; cada oportunidad, una obligación; cada posesión, un deber.
“Yo creo que la ley fue hecha para el hombre y no el hombre para la ley; que el gobierno es el siervo de la gente y no su maestro.
“Yo creo en la dignidad del trabajo, ya sea con la cabeza o con la mano; que el mundo no le debe a ningún hombre los medios para ganarse la vida pero que le debe a cada hombre una oportunidad para ganarse la vida.
“Yo creo que el ahorro es esencial para un vivir ordenado y que la economía es un requisito primordial de una estructura financiera sana, ya sea en el gobierno, en los negocios o en los asuntos personales.
“Yo creo que la verdad y la justicia son fundamentales para un orden social perdurable.
“Yo creo en la santidad de una promesa, que la palabra de un hombre debería ser su mejor compromiso, que el carácter —no la riqueza ni el poder ni el cargo— es de supremo valor.
“Yo creo que la producción de un servicio útil es el deber común de la humanidad y que sólo en el fuego purificador del sacrificio se consume el egoísmo y se libera la grandeza del alma humana.
“Yo creo en un Dios todo sabiduría y todo amor, denominado por cualquier nombre, y que el más alto logro del individuo, su mayor alegría y su mayor utilidad se encuentran en vivir en armonía con su voluntad.
“Yo creo que el amor es la cosa más grande del mundo; que sólo él puede superar el odio; que el derecho puede y va a triunfar sobre la fuerza.
“Estos son los principios, independientemente de cómo estén formulados, que todos los hombres y mujeres buenos a través del mundo, sin importar la raza o el credo, la educación, la posición social o la ocupación, sostienen, y por los cuales muchos de ellos están sufriendo y muriendo.
“Estos son los únicos principios sobre los cuales un nuevo mundo que reconozca la hermandad de los seres humanos y la paternidad de Dios puede ser establecido”.
El discurso de Rockefeller, que hoy está escrito en piedra en la pista de patinaje del Rockefeller Center de Nueva York, tiene una cierta belleza que lo rescata de la ingenuidad, y es difícil estar en desacuerdo con él. Sólo hay un punto en el que no me identifico del todo, y aquellos que conozcan mis posiciones religiosas no tendrán dificultad en saber cuál es. He pensado que vale la pena añadirlo a mi blog.
“Estos son los principios con base en los cuales mi esposa y yo hemos tratado de criar nuestra familia. Estos son los principios en los cuales mi padre creía y con los cuales guiaba su vida. Estos son los principios que aprendí al lado de mi madre.
“Ellos señalan la vía hacia la utilidad y la felicidad en la vida, y hacia el valor y la paz en la muerte”.
“Si ellos significan para usted lo que significan para mí, quizás ellos también puedan ayudar a nuestros hijos para su guía e inspiración.
“Permítanme mencionarlos:
“Yo creo en el valor supremo del individuo y en su derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.
“Yo creo que cada derecho implica una responsabilidad; cada oportunidad, una obligación; cada posesión, un deber.
“Yo creo que la ley fue hecha para el hombre y no el hombre para la ley; que el gobierno es el siervo de la gente y no su maestro.
“Yo creo en la dignidad del trabajo, ya sea con la cabeza o con la mano; que el mundo no le debe a ningún hombre los medios para ganarse la vida pero que le debe a cada hombre una oportunidad para ganarse la vida.
“Yo creo que el ahorro es esencial para un vivir ordenado y que la economía es un requisito primordial de una estructura financiera sana, ya sea en el gobierno, en los negocios o en los asuntos personales.
“Yo creo que la verdad y la justicia son fundamentales para un orden social perdurable.
“Yo creo en la santidad de una promesa, que la palabra de un hombre debería ser su mejor compromiso, que el carácter —no la riqueza ni el poder ni el cargo— es de supremo valor.
“Yo creo que la producción de un servicio útil es el deber común de la humanidad y que sólo en el fuego purificador del sacrificio se consume el egoísmo y se libera la grandeza del alma humana.
“Yo creo en un Dios todo sabiduría y todo amor, denominado por cualquier nombre, y que el más alto logro del individuo, su mayor alegría y su mayor utilidad se encuentran en vivir en armonía con su voluntad.
“Yo creo que el amor es la cosa más grande del mundo; que sólo él puede superar el odio; que el derecho puede y va a triunfar sobre la fuerza.
“Estos son los principios, independientemente de cómo estén formulados, que todos los hombres y mujeres buenos a través del mundo, sin importar la raza o el credo, la educación, la posición social o la ocupación, sostienen, y por los cuales muchos de ellos están sufriendo y muriendo.
“Estos son los únicos principios sobre los cuales un nuevo mundo que reconozca la hermandad de los seres humanos y la paternidad de Dios puede ser establecido”.
07-08-23: Kate Hudson sobre la monogamia
Leí en la revista Carrusel (17 de agosto de 2007, No. 1429) esta cita de la actriz Kate Hudson, y me pareció divertido añadirla a mi blog.
“Como los primates que somos, el ser humano no está hecho para ser monógamo. Cuando la gente me pregunta si creo en la fidelidad, mi respuesta siempre es la misma. Obviamente sería el ideal y es lo que en el fondo todos quisiéramos pero, de cierta forma, lo que amo y admiro de los hombres es que es difícil para ellos ser monógamos y sin embargo, por amor, están dispuestos a intentarlo siquiera”.
“Como los primates que somos, el ser humano no está hecho para ser monógamo. Cuando la gente me pregunta si creo en la fidelidad, mi respuesta siempre es la misma. Obviamente sería el ideal y es lo que en el fondo todos quisiéramos pero, de cierta forma, lo que amo y admiro de los hombres es que es difícil para ellos ser monógamos y sin embargo, por amor, están dispuestos a intentarlo siquiera”.
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