Hace muy pocos días se hizo el anuncio
público de que la versión impresa de la Encyclopaedia
Britannica (EB) iba a desaparecer. Para los nostálgicos como yo, ese
anuncio no dejó de causar pesar. En el artículo del New York Times donde leí por primera vez esa noticia, había una
descripción precisa del tipo de comprador promedio de la EB: fuera de las
bibliotecas y las universidades, los individuos de clase media que querían
señalar su ascenso socio-intelectual exhibiendo en su casa los bellos y
costosos volúmenes de la EB, así les tocara pagarlos a cuotas. Conozco la
sensación, porque yo, hace quizás unos 15 años, me compré una de esas
enciclopedias. Fue una sensación de logro, y todavía hoy me siento orgulloso de
exhibir esos libros en la biblioteca de mi casa de campo. Son unos libros
bellos, y es hermoso leerlos.
Mi fascinación con las enciclopedias
comenzó en la niñez. En la casa de mis padres había dos enciclopedias, que
todavía andan por ahí. Una era una versión en español de la EB. La otra era una
enciclopedia producida por una editorial española. La EB en español era una
versión reducida del original en inglés, pero a mí me parecía maravillosa.
Tenía unas imágenes traslúcidas sobre el cuerpo humano y un atlas que me
fascinaban. Nada qué ver con la enciclopedia española. Eran dos formas
distintas de registrar el conocimiento. Cuando aprendí a montar en bicicleta,
leí la Britannica en español para ver
si eso me facilitaba el equilibrio. Cuando, con un conjunto de amigos de
barrio, pintamos una cancha de tenis en la calle cerrada de en frente de mi
casa, consulté en la enciclopedia de mi casa las medidas de la cancha.
Pero la EB ha sucumbido a la presión de
los tiempos, la Internet y Wikipedia. Toda una época ha pasado. Naturalmente,
la noción de una enciclopedia fue popularizada por los franceses, con Le
Breton, Diderot, D’Alembert y Jaucourt a la cabeza. El logro de Jaucourt es
especialmente notable: se dice que aportó 17.266 artículos a la Enciclopedia,
lo que significa que escribió en promedio ocho artículos al día entre 1759 y
1765.
La Enciclopedia francesa fue quizás el mayor símbolo de la Ilustración y del Siglo de las Luces, y un motor
detrás de la Revolución Francesa. Pero fue la EB, inicialmente publicada en
1768, la que trajo ese espíritu hasta el presente. De “Britannica” la EB ya no
tenía mucho, pues fue comprada en 1901 por unos editores norteamericanos. A
pesar de que ellos, para popularizarla, le redujeron el tono académico, también
contribuyeron a consolidar la reputación de que la EB es la mejor enciclopedia
de referencia general que existe.
Así que lo que está muriendo no es solo
un conjunto de libros impresos. Esta muriendo una ambición. La ambición de
reunir todo el conocimiento del mundo en un solo lugar. El sueño de creer que
el conocimiento es socialmente transformador. La estética del libro impreso. La
noción de que el conocimiento está definido por lo que los expertos dicen que
es el conocimiento.
La nueva era quizás no rompe del todo con
esas ambiciones, pero sí las modifica. La Internet ha puesto a disposición de
todos prácticamente toda la información disponible. Antes, tener información
era símbolo de cultura. Hoy, tener información ya no es tan importante, porque
la Internet y Google la han democratizado. Hoy lo importante es cómo procesar
esa información. Hoy importa más, no el que sabe, sino el que entiende qué
quiere decir la información.
Wikipedia ha alterado radicalmente la
noción de qué debe ser una enciclopedia. En primer lugar, tiene muchos más
artículos que los que la EB puede aspirar a tener. En segundo lugar, es gratis.
Esto implica que el modelo de negocio de Wikipedia tiene que ser muy distinto
del de, por ejemplo, la EB. A mí me parece radical la idea de Wikipedia de que
el conocimiento no es para venderlo, sino para ponerlo a disposición de todos
de manera gratuita. En tercer lugar, cualquiera puede escribir un artículo en
Wikipedia. Esto sirvió mucho para desprestigiarla frente a las enciclopedias
tradicionales, pero creo que hoy esa actitud se está revaluando. Para comenzar,
Wikipedia ha definido unas guías editoriales. Adicionalmente, parece haber
estudios que sugieren que la confiabilidad de los artículos de Wikipedia no es
inferior a la de otras enciclopedias más tradicionales, que cuentan con
editores y procesos editoriales más reconocidos. Por último, hay una pregunta
de fondo: ¿qué es el conocimiento? ¿Lo que un grupo cerrado de expertos dice
que es conocimiento, o lo que la gente en su conjunto, en una discusión
abierta, define como conocimiento?
Esta discusión me parece del mayor
interés. Cuando estaba en la Universidad, me tocó leer sobre la metodología de
la ciencia. ¿Cuál es el método científico? Yo, un racionalista, siempre admiré
el poder de la ciencia. Por tanto, desprecié un libro de Paul Feyerabend que se
llamaba Contra el método. Me pareció
la típica basura seudointelectualoide opuesta a lo cierto y a lo correcto.
Hoy, debo admitir, tengo mis dudas.
Detrás del discurso “científico” de los científicos sociales muchas veces hay de
todo, menos ciencia. A veces hay intereses manifiestamente políticos. A veces
hay, en analogía con lo que en el sicoanálisis freudiano se llama “envidia del
pene” (el momento de reacción de las niñas cuando descubren que no tienen
pene), “envidia de la física”, que sugiere que no puede haber ciencia social si
esta no sigue las formas de la física, en particular la tendencia a ser
expresada en abstrusas expresiones matemáticas. Las mejores teorías de los economistas
son embestidas por violentas crisis económicas y financieras. En fin.
El problema que quiero plantear es cómo
se deben relacionar la ciencia y la democracia en una sociedad moderna. Philip
Kitcher ha escrito un interesante libro sobre eso. La ciencia moderna se ha
vuelto autoritaria y tiránica. Ciencia es lo que los expertos dicen que es
ciencia. ¿Pero cómo son elegidos los expertos? Ahí hay una sociología que
merece ser estudiada, porque los expertos son un club que vigila cuidadosamente
su membresía. ¿Citas Wikipedia y no Nature
en tus trabajos académicos? ¿No tienes PhD? ¿Tu PhD es de una universidad
dudosa? ¿No publicas mucho? ¿Tu trabajo no ha sido revisado por pares? ¿Solo
publicas en revistas de segundo nivel? La EB de alguna manera representa la
noción del conocimiento como un club. Pero el modelo Wikipedia sugiere que nada
de esas cosas es realmente relevante. El modelo Wikipedia es un modelo
democrático del conocimiento.
De otra parte, ¿qué hacer cuando una
sociedad desarrolla una mentalidad anticientífica? Por ejemplo, ¿qué hacer
cuando en Estados Unidos se extiende un conservatismo basado en un
fundamentalismo religioso, que se opone a la teoría de la evolución y a la
investigación con células madre?
El modelo Wikipedia sugiere que el
conocimiento es lo que la comunidad abierta define qué es conocimiento. Esto
genera unas dinámicas muy interesantes. Esas dinámicas pueden, ciertamente,
conducir a grandes transformaciones sociales, en la misma línea de los
enciclopedistas franceses del siglo XVIII. La Internet fue clave para activar a
los “indignados” o a los miembros del movimiento “Occupy Wall Street”, y está
siendo clave para pedir que se capture a Joseph Kony. De modo que quizás lo
único que estamos perdiendo con la desaparición de la versión impresa de la EB
son unos bellos libros con letras doradas en los lomos. Siento nostalgia por
esos tiempos, pero quizás el futuro habrá de traernos mejores cosas.
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