Saturday, March 17, 2012

12-03-17: Sobre la desaparición de la versión impresa de la Encyclopaedia Britannica

Hace muy pocos días se hizo el anuncio público de que la versión impresa de la Encyclopaedia Britannica (EB) iba a desaparecer. Para los nostálgicos como yo, ese anuncio no dejó de causar pesar. En el artículo del New York Times donde leí por primera vez esa noticia, había una descripción precisa del tipo de comprador promedio de la EB: fuera de las bibliotecas y las universidades, los individuos de clase media que querían señalar su ascenso socio-intelectual exhibiendo en su casa los bellos y costosos volúmenes de la EB, así les tocara pagarlos a cuotas. Conozco la sensación, porque yo, hace quizás unos 15 años, me compré una de esas enciclopedias. Fue una sensación de logro, y todavía hoy me siento orgulloso de exhibir esos libros en la biblioteca de mi casa de campo. Son unos libros bellos, y es hermoso leerlos.

Mi fascinación con las enciclopedias comenzó en la niñez. En la casa de mis padres había dos enciclopedias, que todavía andan por ahí. Una era una versión en español de la EB. La otra era una enciclopedia producida por una editorial española. La EB en español era una versión reducida del original en inglés, pero a mí me parecía maravillosa. Tenía unas imágenes traslúcidas sobre el cuerpo humano y un atlas que me fascinaban. Nada qué ver con la enciclopedia española. Eran dos formas distintas de registrar el conocimiento. Cuando aprendí a montar en bicicleta, leí la Britannica en español para ver si eso me facilitaba el equilibrio. Cuando, con un conjunto de amigos de barrio, pintamos una cancha de tenis en la calle cerrada de en frente de mi casa, consulté en la enciclopedia de mi casa las medidas de la cancha.

Pero la EB ha sucumbido a la presión de los tiempos, la Internet y Wikipedia. Toda una época ha pasado. Naturalmente, la noción de una enciclopedia fue popularizada por los franceses, con Le Breton, Diderot, D’Alembert y Jaucourt a la cabeza. El logro de Jaucourt es especialmente notable: se dice que aportó 17.266 artículos a la Enciclopedia, lo que significa que escribió en promedio ocho artículos al día entre 1759 y 1765. La Enciclopedia francesa fue quizás el mayor símbolo de la Ilustración y del Siglo de las Luces, y un motor detrás de la Revolución Francesa. Pero fue la EB, inicialmente publicada en 1768, la que trajo ese espíritu hasta el presente. De “Britannica” la EB ya no tenía mucho, pues fue comprada en 1901 por unos editores norteamericanos. A pesar de que ellos, para popularizarla, le redujeron el tono académico, también contribuyeron a consolidar la reputación de que la EB es la mejor enciclopedia de referencia general que existe.

Así que lo que está muriendo no es solo un conjunto de libros impresos. Esta muriendo una ambición. La ambición de reunir todo el conocimiento del mundo en un solo lugar. El sueño de creer que el conocimiento es socialmente transformador. La estética del libro impreso. La noción de que el conocimiento está definido por lo que los expertos dicen que es el conocimiento.

La nueva era quizás no rompe del todo con esas ambiciones, pero sí las modifica. La Internet ha puesto a disposición de todos prácticamente toda la información disponible. Antes, tener información era símbolo de cultura. Hoy, tener información ya no es tan importante, porque la Internet y Google la han democratizado. Hoy lo importante es cómo procesar esa información. Hoy importa más, no el que sabe, sino el que entiende qué quiere decir la información.

Wikipedia ha alterado radicalmente la noción de qué debe ser una enciclopedia. En primer lugar, tiene muchos más artículos que los que la EB puede aspirar a tener. En segundo lugar, es gratis. Esto implica que el modelo de negocio de Wikipedia tiene que ser muy distinto del de, por ejemplo, la EB. A mí me parece radical la idea de Wikipedia de que el conocimiento no es para venderlo, sino para ponerlo a disposición de todos de manera gratuita. En tercer lugar, cualquiera puede escribir un artículo en Wikipedia. Esto sirvió mucho para desprestigiarla frente a las enciclopedias tradicionales, pero creo que hoy esa actitud se está revaluando. Para comenzar, Wikipedia ha definido unas guías editoriales. Adicionalmente, parece haber estudios que sugieren que la confiabilidad de los artículos de Wikipedia no es inferior a la de otras enciclopedias más tradicionales, que cuentan con editores y procesos editoriales más reconocidos. Por último, hay una pregunta de fondo: ¿qué es el conocimiento? ¿Lo que un grupo cerrado de expertos dice que es conocimiento, o lo que la gente en su conjunto, en una discusión abierta, define como conocimiento?

Esta discusión me parece del mayor interés. Cuando estaba en la Universidad, me tocó leer sobre la metodología de la ciencia. ¿Cuál es el método científico? Yo, un racionalista, siempre admiré el poder de la ciencia. Por tanto, desprecié un libro de Paul Feyerabend que se llamaba Contra el método. Me pareció la típica basura seudointelectualoide opuesta a lo cierto y a lo correcto.

Hoy, debo admitir, tengo mis dudas. Detrás del discurso “científico” de los científicos sociales muchas veces hay de todo, menos ciencia. A veces hay intereses manifiestamente políticos. A veces hay, en analogía con lo que en el sicoanálisis freudiano se llama “envidia del pene” (el momento de reacción de las niñas cuando descubren que no tienen pene), “envidia de la física”, que sugiere que no puede haber ciencia social si esta no sigue las formas de la física, en particular la tendencia a ser expresada en abstrusas expresiones matemáticas. Las mejores teorías de los economistas son embestidas por violentas crisis económicas y financieras. En fin.

El problema que quiero plantear es cómo se deben relacionar la ciencia y la democracia en una sociedad moderna. Philip Kitcher ha escrito un interesante libro sobre eso. La ciencia moderna se ha vuelto autoritaria y tiránica. Ciencia es lo que los expertos dicen que es ciencia. ¿Pero cómo son elegidos los expertos? Ahí hay una sociología que merece ser estudiada, porque los expertos son un club que vigila cuidadosamente su membresía. ¿Citas Wikipedia y no Nature en tus trabajos académicos? ¿No tienes PhD? ¿Tu PhD es de una universidad dudosa? ¿No publicas mucho? ¿Tu trabajo no ha sido revisado por pares? ¿Solo publicas en revistas de segundo nivel? La EB de alguna manera representa la noción del conocimiento como un club. Pero el modelo Wikipedia sugiere que nada de esas cosas es realmente relevante. El modelo Wikipedia es un modelo democrático del conocimiento.

De otra parte, ¿qué hacer cuando una sociedad desarrolla una mentalidad anticientífica? Por ejemplo, ¿qué hacer cuando en Estados Unidos se extiende un conservatismo basado en un fundamentalismo religioso, que se opone a la teoría de la evolución y a la investigación con células madre? El modelo Wikipedia sugiere que el conocimiento es lo que la comunidad abierta define qué es conocimiento. Esto genera unas dinámicas muy interesantes. Esas dinámicas pueden, ciertamente, conducir a grandes transformaciones sociales, en la misma línea de los enciclopedistas franceses del siglo XVIII. La Internet fue clave para activar a los “indignados” o a los miembros del movimiento “Occupy Wall Street”, y está siendo clave para pedir que se capture a Joseph Kony. De modo que quizás lo único que estamos perdiendo con la desaparición de la versión impresa de la EB son unos bellos libros con letras doradas en los lomos. Siento nostalgia por esos tiempos, pero quizás el futuro habrá de traernos mejores cosas.