Thursday, December 7, 2017

¿El socialismo produce egoísmo? No, Mr Prager.

Dennis Prager, un conservador que se desempeña como presentador de programas de radio, autor y fundador de la página web Prager University, que difunde videos de cinco minutos para desafiar “los perniciosos efectos intelectuales y morales del sistema de educación superior norteamericano”, en uno de sus videos exalta los méritos del capitalismo. Afirma que, aunque el capitalismo tiene fama de basarse en el egoísmo y de producirlo, el sistema que verdaderamente promueve el egoísmo es el socialismo. Este produciría personas y una sociedad mucho más egoístas y, una vez las produce, sería muy difícil revertir ese resultado.

Como ejemplo, Prager señala un discurso de 2010 de Barack Obama en el que, como presidente de los Estados Unidos, anunció que subía a 26 años la edad en que los hijos podían seguir dependiendo del seguro de salud de sus padres. Como respuesta, los jóvenes que lo escuchaban lo vitorearon vigorosamente.

Para Prager, esta respuesta es sorprendente, porque cree que ese anuncio, en vez de liberar a los jóvenes, los degrada, al prolongarles la dependencia de los padres. Él afirma que la gran aspiración de la juventud es independizarse de mamá y papá, y el estado benefactor y el socialismo destruyen esa aspiración. Él se sorprende de que, cada vez más, personas mayores de 30 años sigan viviendo con sus padres en los Estados Unidos, y cree que la explicación se encuentra en una mayor presencia del estado benefactor, que sustituye el cuidado de sí mismo por el cuidado estatal.

Debido a este último, la gente empieza a preguntarse: ¿cuántos beneficios recibiré del gobierno? ¿El gobierno pagará mi educación? ¿Pagará mi salud? ¿Cuál es la menor edad a la cual pueda retirarme? ¿Cuántas vacaciones pagadas puedo obtener? ¿Cuántos días de licencia remunerada por enfermedad? ¿O por paternidad o maternidad? Posteriormente, cada beneficio se convierte en un derecho.

Prager afirma que el socialismo priva a los seres humanos de gratitud. Si usted no es agradecido, no podría ser feliz y buena persona. Pero el socialismo enseñaría a no ser agradecido. ¿Por qué ser agradecido por beneficios a los cuales se tiene derecho? En vez de dar gracias, la gente se acostumbra a preguntar: ¿a qué más tengo derecho? El capitalismo, al enseñar a la gente a trabajar duro, a cuidar de sí mismo y a ganarse lo que recibe, produciría menos egoístas. El capitalismo enseña a trabajar más; el socialismo, a demandar más. Prager finalmente se pregunta: ¿cuál actitud es socialmente mejor?

El video de Prager es desafiante. Y es interesante aceptar el desafío. Para Prager, el enemigo del capitalismo es el socialismo. Y el capitalismo es superior. Yo no soy un defensor del capitalismo. Pero, para mí, la alternativa no es el socialismo. Para mí, la alternativa es un sistema de libre mercado con una asignación de derechos de propiedad y con unas reglas de distribución de la riqueza y el ingreso distintas. Prager no ve eso. Para él, el debate es capitalismo o socialismo.

Hay una burda simplificación en ese debate. Para Prager, la cuestión es simple: o yo me proveo mis beneficios, o me los provee el Estado. Y, si me los provee el Estado, entonces yo recibo un “regalo”. Y la pregunta es: ¿qué es mejor? ¿Que yo trabaje por mis cosas, o que el Estado me la “regale”? El punto es que la provisión de servicios de seguridad social por parte del Estado no es un regalo. Se tiene que pagar por ellos en la forma de impuestos. La pregunta de fondo es si una sociedad quiere proveer colectivamente los servicios incluidos en el Estado del Bienestar. Si sí, entonces debe pagar impuestos. Si no, no los paga, pero debe pagar privadamente por esos servicios. Prager no ve que un defensor consistente del Estado del Bienestar pide mayores beneficios colectivos, pero también es consciente de que eso requiere un mayor nivel de tributación. La pregunta se vuelve: ¿qué es mejor? ¿La provisión privada o colectiva de los servicios de seguridad social?

Una gran razón para que la provisión de servicios de seguridad social sea pública es que a veces los individuos no cuentan con las oportunidades necesarias para acceder a ellos de manera individual, porque el mercado no funciona de manera adecuada. Al respecto, es llamativo que Prager atribuya la mayor permanencia de los jóvenes en la casa de los padres a la mayor dependencia de las ayudas del Estado. “Los jóvenes ya no se independizan porque las ayudas estatales los ha vuelto perezosos”.

Pues bien, yo vivo en un país donde los jóvenes prolongan demasiado su estadía en la casa de los padres, pero eso no es atribuible a la generosidad de los auxilios estatales. Es atribuible, más bien, a la precariedad del mercado laboral, donde los jóvenes, en general, no pueden aspirar a salarios que les permita independizarse.

La seguridad social está para eso: para compensar las consecuencias sociales de las deficiencias del sistema económico. Pero Prager pareciera no percibir que el sistema económico tiene deficiencias, y que esas deficiencias hacen deseable contar con algunos mecanismos de protección social.

Concuerdo con Prager en que una ética de responsabilidad individual es muy importante. Estoy de acuerdo en que personas de 30 años viviendo con los papás es una anomalía. Concuerdo también en que el asistencialismo destruye la responsabilidad individual. Adicionalmente, concuerdo en que una ética de los derechos, desvinculada de las obligaciones o responsabilidades, es muy peligrosa. Las sociedades que solo tienen derechos, y no obligaciones, no son viables.

Pero también creo que una ética de solidaridad es muy importante. Prager afirma que acostumbrar a los seres humanos a demandar servicios del Estado los vuelve egoístas. ¿Cómo puede ser egoísta una sociedad que admite pagar altos impuestos con el fin de proveer mecanismos de seguridad social para aquellos que no son tan afortunados?

Prager no ha producido una defensa creíble del capitalismo. De hecho, lo que ha hecho es ignorar los problemas del capitalismo. Por eso es tan importante prevenirse de retóricas como la suya, que, en una primera impresión, suenan convincentes, pero que, en una reflexión más profunda, son una simple defensa de un statu quo injusto.

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