Sunday, April 1, 2012

12-04-01: El terrible caso de la muerte de Luis Andrés Colmenares

El 30 de octubre de 2010, Luis Andrés Colmenares Escobar, un joven a la sazón de veinte años de edad, fue a una fiesta de Halloween con sus amigos de la Universidad de los Andes. Nunca volvió a casa: murió en extrañas circunstancias. Naturalmente, una cosa así no debería ocurrir. Lo que debe ocurrir es que un joven que va a una fiesta vuelva a su casa a descansar. Por eso la muerte de Colmenares ha sido un llamado de atención sobre la consciencia colectiva colombiana.

El caso de la muerte de Luis Andrés ha sido objeto de enorme especulación en corrillos y redes sociales, y de intenso seguimiento en los medios de comunicación. A pesar de la típica indolencia colombiana frente a los actos de violencia, los elementos de este caso se han prestado para una atención desmedida por parte de la ciudadanía y los medios, y para el morbo. Luis Andrés y su acompañante esa noche, Laura Milena Moreno, eran ambos jóvenes estudiantes de la elitesca Uniandes; ambos eran miembros de familias de provincia con éxito profesional en la capital; la de él, una familia guajira que ha llegado lejos a través de la contaduría y la revisoría fiscal, y la de ella, una familia con vínculos en Casanare, que ha hecho fortuna en el negocio petrolero; hay algunos elementos que hacen creer que, detrás de la muerte de Luis Andrés, existe un crimen pasional.

Si hubiera que ponerle un título a la telenovela que se está formando, tal vez no sería "Los ricos también lloran", sino "Los ricos también se ponen los cachos y se matan". Puede que este título falte a la verdad, pero satisface plenamente las ansias de telenovela que se han formado en torno de este caso. Y hacerle justicia a la verdad parece difícil porque, aunque la historia es bien conocida, también es muy confusa: solo la conocemos por boca de dos jovencitas, la ya mentada Laura Moreno y otra amiga de Luis Andrés, Jessy Mercedes Quintero, que hoy tienen casa por cárcel por encubrir los hechos.

Según ellas, Luis Andrés fue con sus amigos de universidad a una fiesta de Halloween; a altas horas de la madrugada salió de la fiesta en compañía de Laura y Jessy a comprar un perro caliente; luego Jessy quedó atrás y, solo en presencia de Laura, Luis Andrés cayó al caño del parque El Virrey en Bogotá y, en teoría, las lesiones causadas por la caída le provocaron la muerte. Laura dice que lo vio caer.

La primera pregunta es: ¿por qué cayó Luis Andrés al caño? Algunas versiones apuntaron a un suicidio. Laura y Jessy defienden la hipótesis de que la caída fue un accidente, probablemente debido a que Luis Andrés estaba alicorado y no en pleno control de sus facultades. La implicación es que, si la caída de Luis Andrés fue un accidente, entonces no hay responsables por su muerte.

Pero hay varios problemas con esa historia. El primero es que cualquiera que conozca el caño de El Virrey sabe que es muy improbable matarse por una caída ahí.

El segundo es que el cuerpo de Colmenares no fue encontrado inmediatamente después de que supuestamente cayó al caño, sino muchas horas después. Colmenares habría caído hacia las tres de la mañana del 31 de octubre, y solo fue encontrado entre las siete y nueve de la noche de ese mismo día. Es decir, el cuerpo estuvo perdido más de 12 horas. Y estuvo perdido, no porque no se lo buscara (tarea que en efecto llevaron a cabo los bomberos), sino porque no apareció. Nuevamente, cualquiera que conozca el caño sabe que ese no es un lugar donde un cuerpo se pierda fácilmente.

El hecho de que el cuerpo hubiera estado perdido por tanto tiempo le añade un toque de incredulidad a la historia de Laura y Jessy. Yo sé, por experiencia propia, que, si voy con una amiga y caigo a una quebrada, lo típico que sucede es que la amiga me ayuda a levantarme de mi caída y atiende mis lesiones. Mas Laura Moreno dice que vio caer a su amigo pero que lo perdió de vista, y por tanto no lo pudo ayudar, en un lugar donde es muy difícil perder de vista a una persona.

Un tercer problema de la historia de Laura y Jessy es que los dictámenes de Medicina Legal indican que Luis Andrés murió de forma violenta. La pregunta es si la violencia que el cuerpo revela es consistente con un accidente. Infortunadamente, la primera necropsia que se le practicó al cuerpo no pareció ser muy detallada, y simplemente señaló que la muerte de Luis Andrés se debió a un trauma en la cabeza y una asfixia por inmersión en líquido, lo cual podría ser consistente con la hipótesis de una caída voluntaria o accidental. Sin embargo, una segunda necropsia, al parecer contratada por lo padres de la víctima, mostró que el cuerpo de Luis Andrés no tenía una herida sino siete, y que además tenía heridas producidas con arma blanca. En este caso la hipótesis del accidente queda completamente descartada.

Pero no hay sino que ver las fotos de la cara del cadáver de Luis Andrés para convencerse de que él no murió por una caída. Es manifiesto que fue sometido a un período de intensa violencia, que le costó la vida. Uno de los amigos de Luis Andrés y Laura, Guillermo Alfonso Martínez, que decía que no tenía por qué dudar de la versión de su amiga Laura, cambió de opinión cuando vio las fotos. La defensa ha dicho que este uso de las fotos ha sido una manipulación de la fiscalía, pero yo debo confesar que tuve una reacción similar a la de Guillermo cuando vi las fotos, y no me siento particularmente manipulado. Me parece que es perfectamente legítimo preguntarse si esas fotos son consistentes con la historia que se está contando.

Ahora, si Luis Andrés murió porque fue sometido a una golpiza, la pregunta es por qué Laura y Jessy insisten en la hipótesis del accidente. Es esa insistencia la que las tiene en la situación de casa por cárcel, y podría implicar una severa condena para ellas.

El caso está rodeado de una serie de aspectos llamativos. El primero es la aparente negligencia del trabajo inicial adelantado por Medicina Legal y la Fiscalía. Es increíble que la primera evidencia que aportó Medicina Legal haya servido para apuntalar el tratamiento que la Fiscalía le dio inicialmente al caso, que fue el de un suicidio o accidente. Tuvo que cambiarse al fiscal del caso para que empezara a explorarse la hipótesis del homicidio.

Lesly del Pilar Rodríguez fue la médica forense que practicó la primera necropsia. Ella explica los resultados de su trabajo con base en las debilidades de los procedimientos de la policía judicial (CTI), la sobrecarga de trabajo y la evidencia de la situación, que a su juicio hizo innecesarios procedimientos adicionales. Según reportes de prensa, la médica afirmó que la de Luis Andrés fue una "muerte violenta a determinar" debido a un trauma en cráneo y asfixia por sumersión en líquido. Debido a la notoriedad del caso, el director de Medicina Legal se vio obligado a expedir un comunicado, defendiendo la reputación de su entidad, afirmando que los hallazgos de la primera necropsia no fueron desmentidos por la segunda, y sosteniendo que Medicina Legal siempre ha dicho que la muerte de Luis Andrés fue una muerte violenta.

El segundo aspecto llamativo es la injerencia de terceros en el caso, lo cual ha servido para mucha especulación. La mamá y la abogada de Carlos Cárdenas, un joven del cual ya hablaremos más adelante, en este momento tienen medida de aseguramiento domiciliaria por entorpecer la investigación y tratar de cambiar el fiscal que está llevando el caso. La pregunta es por qué la mamá de Cárdenas estaría interesada en hacer una cosa así. Al parecer, Carlos Cárdenas es un exnovio de Laura Moreno que estuvo en la fatídica fiesta de Halloween. Eso ha servido para alimentar la especulación de que la muerte de Luis Andrés fue un crimen pasional en el que Laura complotó con una de sus parejas, Carlos, para deshacerse de la otra, Luis Andrés.

La especulación ha llegado a afirmar que el grado de influencia de Cárdenas y su mamá se debe a que el joven sería familiar de Jorge y Mauricio Cárdenas, el anterior director de la Federación Nacional de Cafeteros y el actual Ministro de Minas. El Ministro, en su cuenta de Twitter, ha desmentido esa especie, lo cual muestra que aquí se está hablando más de lo que se debe. Yo creo que lo del complot de Carlos, Laura y Jessy para matar a Luis Andrés está lejos de ser probado, pero sin lugar a dudas un sector de la opinión ya condenó a los tres por la muerte de Colmenares. Aquí la fuerza de los rumores ha sido increíble.

Por último, está el papel de la Universidad de los Andes. El caso ha alcanzado una gran notoriedad en parte porque muchos de los implicados eran estudiantes de esa Universidad, la cual supuestamente educa la élite de este país, y a mí me afecta personalmente, no solo porque soy su egresado, sino porque recientemente he sido profesor de ética allá. Al parecer, la universidad ha escogido mantener el más riguroso silencio sobre el tema. Su posición no es fácil. Sin embargo, surgen dos tipos de preguntas: uno, ¿qué clase de ciudadanos está formando los Andes, supuestamente la mejor universidad del país?, y dos, ¿cómo se debería comportar la universidad en este terrible caso? Sobre lo primero, lo mínimo que uno debiera esperar es que todos salieran vivos de una fiesta de uniandinos. Ese es un estándar de comportamiento que uno esperaría que se cumpliera en toda ocasión. La universidad no se puede convertir simplemente en el reflejo de la decadencia moral de la sociedad colombiana. La universidad debe hacer saber que ser uniandino exige unos estándares de comportamiento que están por encima de lo que se ha vuelto común en la sociedad. Si la universidad está haciendo bien su tarea, entonces no puede ser un espejo de la sociedad, sino un faro para ella.

Sobre lo segundo, me parece que la universidad debería exigir claridad sobre los hechos y justicia. Al fin y al cabo, uno de sus estudiantes, según la mejor evidencia disponible, fue asesinado. Yo soy de la opinión, que puede ser equivocada, de que Luis Andrés no murió de forma accidental. Como uniandino, como profesor de ética de esa universidad, creo que los Andes deberían tener un papel más activo en reclamar verdad y justicia en el caso de Luis Andrés, e insto a todos los que saben una parte de la verdad a que la revelen, y a aquellos que no la saben a que no la inventen. La aterradora sensación de encubrimiento que rodea a este caso debe ser removida.